Errores que queremos evitar en el coaching
Al iniciar el proceso de coaching es normal equivocarnos
Muchos de estos errores se presentan de inmediato, en el mismo momento de comenzar la relación, de crearla. Es un momento muy sensible que es más complicado de lo que parece a simple vista, pero no hay que desanimarse. Todo se aprende con la actitud y los conocimientos adecuados.
Tabla de contenidos
A continuación, detallaremos una lista de los errores más comunes que podemos cometer como coach al crear la relación:
- Hacer demasiado ruido
Algunos coaches son demasiado ruidosos, no solo por lo que respecta a la voz o los decibelios, sino emocionalmente necesitados, absorbentes, ansiosos por que el cliente prospere. Entran en competición con el cliente por el espacio y la energía durante la sesión de coaching. Estos coaches experimentan frecuentes pérdidas de clientes. La solución es dejar que el cliente sea como es y no utilizar al cliente para validar tus propias expectativas.
- Dar consejos demasiado pronto
Cuando sabes que tienes el consejo perfecto para tu cliente y sientes la necesidad de interrumpirlo y compartirlo, probablemente tu consejo no sea escuchado apropiadamente. Recuerda, los clientes necesitan compartir primero (ser escuchados) antes de estar abiertos a consejos y soluciones.
- Ser lineal:
Un coach lineal ve la vida, el crecimiento y el éxito como una progresión lógica de A a B, de B a C, de C a D. Te das cuenta de si eres lineal cuando intentas imponer tu orden a tus clientes o crees que los clientes deben seguir ciertos pasos para alcanzar sus metas. Esta aproximación al asunto no es muy efectiva en un mundo cada vez más caótico.
Errores que salen más delante
Así mismo, existen una serie de equivocaciones que surgen de manera habitual a lo largo del proceso, pero que si tenemos claras podemos evitar o reorientar. Estos son algunos ejemplos:
- Diagnosticar condiciones psicológicas:
Ya hemos dedicado unos párrafos a explicar que los coaches no somos terapeutas, ni psicólogos. Por lo tanto, el coach no trabaja con clientes en ciertas áreas que decimos que tienen condiciones psicológicas diagnosticables. Estas incluyen, entre otras: drogadicción, depresión, paranoia, esquizofrenia, desórdenes de personalidad, etc.
- Intentar hacer coaching con un incoacheable:
Algunos clientes simplemente no quieren cambiar su manera de hacer las cosas. Llamamos a estos clientes incoacheables porque el proceso de coaching incluiría el crecimiento, el desarrollo y la evolución del ser. Quizá sean personas que valen mucho, pero simplemente en este momento no están preparadas para el coaching. Educa al cliente en cómo ser un buen receptor y sé sincero con él antes de dejarle ir o referirle a otro profesional.
- Perseguir al cliente por laberintos:
El cliente te presenta una variedad de caminos por donde empezar a andar. El truco está en no entrar disparado por el primer sendero que te presente o por el que tú veas que puedes ir. En vez de intervenir demasiado pronto, espera y escucha más hasta que aparezca un lugar muy poderoso sobre el que hablar. Sabrás que es el lugar correcto, porque el cliente se silenciará y observará contigo, en vez de lanzarte un montón de cosas para mirar.
- Esperar demasiado poco del cliente:
No sabrás realmente cuánto puede hacer el cliente hasta que no le pidas algo tres veces mayor de lo que te expuso al principio. En otras palabras, duplica o triplica la meta y observa qué tipo de respuesta recibes. Pregunta de nuevo. En algunos casos, no aceptes un «no» como respuesta si crees que el cliente está a la altura, pero tiene miedo. Recuerda, son clientes, no niños o amigos. Te pagan por preguntar y esperar mucho de ellos.
- Caer en un rol paternalista:
La mayoría de los clientes no saben en qué rol ubicar a su coach: ¿un entrenador?, ¿un amigo?, ¿un padre? Es nuestra tarea enseñar al cliente a trabajar con nosotros como un socio colaborador en su vida. Puedes saber que estás siendo paternalista cuando el tono de tu voz es como el de un padre hablando a un niño; te importa más a ti el éxito del cliente que a él mismo, intentas proteger al cliente y lo ves como a un niño indefenso.
- Presionar demasiado al cliente:
¿Hasta qué punto puedes presionar al cliente y que el coaching siga teniendo que ver con su vida y no con la tuya? Puedes saber que estás presionando demasiado cuando te sientes cansado tras la sesión, el cliente se está resistiendo y lucha contra tu presión, estás convencido de que tu manera es la más acertada, te sientes frustrado por la lentitud del cliente, te enfadas, te acaloras y quieres tener razón durante la sesión. ¿Solución? Habla de ello con el cliente y/o retírate. Deja que el cliente dirija el coaching un tiempo.
El resultado de estos errores es siempre idéntico: perdemos la confianza de nuestro cliente. Hay que ser muy cuidadoso y detallista para garantizar de ese modo un trabajo permanente, fluido y eficaz.