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Cómo elaborar tuppers equilibrados y saludables

Cómo elaborar tuppers equilibrados y saludables

Hoy en día es muy frecuente que tengamos nuestro puesto de trabajo o nuestro centro de estudios en alguna población diferente de la que residimos, y si se trata de una gran ciudad, las distancias pueden ser tan largas y el tráfico es tan intenso que recorrerlas se convierte en una quimera difícil de conseguir.  Esto, unido a jornadas de trabajo extensísimas y al poco tiempo del que disponemos, ha hecho que tengamos que recurrir a los tuppers o fiambreras que se han convertido en nuestros inseparables acompañantes de todos los días.

Ante este panorama, comer en algún restaurante, si lo hay cerca de donde tengamos el puesto de trabajo o estudio, no es, quizá, la mejor solución ni por cuestiones económicas ni por cuestiones saludables ya que en muchos casos los menús dejan mucho que desear desde el punto de vista nutricional.

Así, el tupper se ha convertido en la solución más recurrente de la mayoría de los que comemos fuera de casa. Pero, ¡cuidado! El remedio puede ser peor que la enfermedad y podemos caer en el error de recurrir a comidas precocinadas y poco saludables.  Llegamos tarde a casa, y lo que menos tenemos, son ganas de ponernos a cocinar para el día siguiente, por lo que podemos caer en la tentación de llenar nuestras fiambreras con lo primero que encontremos convirtiendo nuestra alimentación en poco equilibrada y nada saludable.

 

Consejos para elaborar tuppers saludables.

Vamos a ver algunos consejos para hacer de nuestras comidas fuera del hogar, totalmente sanas y saludables:

 

  • Lo primero que tenemos que tener en cuenta es la calidad del propio tupper, es decir del soporte en el que vamos a guardar, transportar y calentar, si es necesario, nuestra comida. Lo ideal es utilizar recipientes de cristal con tapa de plástico y goma, correctamente homologados para la alimentación y que sean aptos para calentar en el microondas. Deberemos asegurarnos de esto en el momento de la adquisición.

Es cierto que son más pesados y, en cierta manera, más peligrosos por su mayor fragilidad, pero no dejan ningún tipo de residuos como ocurre con el plástico, ni se van deteriorando con el uso.

 

  • Es primordial una correcta planificación del menú semanal. Partiremos de una plantilla en la que asignamos una familia de alimentos a cada uno de los días de la semana, por ejemplo los lunes consumimos verduras, los martes legumbres, los miércoles pasta, los jueves arroces y los viernes huevos. Para evitar la monotonía y la sensación de repetición de manera que todos los martes toca legumbres, etc, podemos iniciar la semana siguiente por la familia del martes, y añadir la del lunes al viernes, y así iremos rotando para evitar que se repitan las familias los mismos días.

Una vez diseñada la plantilla, solamente deberemos poner nombre a los platos, variándolos cada semana. De esta manera ya podemos realizar la lista de la compra.

 

  • Una vez que tenemos el nombre de los platos del menú de la semana y la lista de la compra, pasaremos a su elaboración.  Es mucho más fácil y dedicamos mucho menos tiempo si dedicamos un día a elaborar todos los platos. En este punto tenemos varias opciones: hay platos que admiten la congelación sin pérdida de calidad, en este caso haremos grandes cantidades para congelar algunas raciones para próximas semanas, por ejemplo las lentejas; para el resto de los platos, perfectamente pueden aguantar en perfecto estado cuatro o cinco días en refrigeración perfectamente tapados y en refrigeración.

 

  • Con esas pautas ya tenemos organizado la mayor parte del menú, ahora tenemos que hacerlo equilibrado. Ya hemos diseñado nuestra estructura semanal, ahora tenemos que diseñar la estructura del plato, para ello incluiremos en todos los platos una gran parte de verduras añadiéndolas a la cocción como en las ya mencionadas lentejas, o acompañando al ingrediente principal a modo de guarnición. No deberá faltar una buena ración de proteína en forma de carnes o pescados al horno o huevos. No estaría de más añadir en algunos platos algo de fécula o cereal que nos aportarán la dosis necesaria de carbohidratos. Como postre, consumiremos siempre fruta y de bebida agua; menú sencillo a más no poder, sano y equilibrado: misión cumplida.

 

Hay que tener muy en cuenta que en la mayoría de los tuppers coge mucha más cantidad de comida que en un plato, por lo que debemos calibrar las raciones para no ingerir más de lo que necesitamos y si la fiambrera tiene que estar al 40 % de su capacidad, no pasa nada…

Muchos son los factores que harán apetecibles nuestros menús de tuppers, independientemente de los alimentos que los componen. La comida entra por la vista: por lo que si hacemos platos agradables con una buena combinación de colores y evitamos las repeticiones, estaremos poniendo los cimientos de una alimentación saludable.  También evitaremos algunas elaboraciones que pierden textura si no las consumimos al momento, por ejemplo pescados o carnes a la plancha, estas las dejaremos para la cena. Las ensaladas no conviene aliñarlas antes del momento de su consumo.

Con estos sencillos consejos, vamos a poder presumir de una alimentación sana, equilibrada y divertida, ¿no os parece?

Escrito por Francesc Olalla
Técnico Superior en Restauración. Experto en producto y en producción de cocina transportada. Apasionado por la cocina en todas sus variantes de elaboración y de gestión.