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Alimentación y emociones: ¿están relacionadas?

Alimentación y emociones: ¿están relacionadas?

Escrito por Andrea Pérez Mosquera

Algunas personas pierden el apetito de repente cuando reciben una mala noticia o se encuentran preocupados por alguna problemática personal. En otros casos, el apetito aumenta de forma aparentemente inexplicable y es el punto de partida de una serie de atracones. Situaciones tan comunes como estas son ejemplos muy ilustrativos de la relación entre alimentación y emociones. ¿Quieres saber cuál es el vínculo que las une y cómo se puede lograr una conexión saludable entre ambas? Lo descubrimos en este artículo.

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¿Qué vínculo hay entre la alimentación y las emociones?

Desde el origen de los tiempos, los seres humanos hemos intuido que existe una relación directa entre lo que comemos y cómo nos sentimos, incluso cuando no estábamos capacitados para comprender este vínculo o ponerlo en palabras. Dicho de otro modo, percibimos que la comida va más allá de simplemente satisfacer el hambre física; influye en nuestras emociones, afecta a nuestra felicidad, alivia nuestra ansiedad –o la fomenta- e incluso afecta a nuestra energía.

Existen numerosos factores que pueden repercutir en nuestro estado de ánimo y que tienen que ver con la comida; por ejemplo, los nutrientes que consumimos, la calidad y la variedad de nuestra dieta o los hábitos alimenticios que adoptamos en general.

Esto tiene una consecuencia positiva, el hecho de que podemos mejorar nuestra salud emocional a través de los alimentos, pero también un lado negativo, y es que, sin una buena alimentación, podemos perjudicarla de forma notable. Un buen ejemplo de ello son las dietas ricas en azúcares refinados, que proporcionan una subida de energía temporal, pero puede derivar en fluctuaciones drásticas del estado de ánimo y provocar sensación de fatiga.

Absorción de nutrientes y bienestar emocional

La relación entre alimentación y emociones no se encuentra solo en los componentes específicos de los alimentos que ingerimos, sino también en la absorción y el uso que le damos a estos nutrientes. Estos son algunos de los puntos clave que debemos tener en cuenta:

  • Consumir una variedad de alimentos ricos en nutrientes esenciales, con fuentes de omega-3, vitaminas B y D, ya que estos juegan un papel esencial en la regulación del estado de ánimo y pueden repercutir en la salud mental de las personas.
  • Priorizar alimentos que promuevan la salud intestinal, como probióticos y fibra. La microbiota de los intestinos, compuesta por billones de microorganismos, tiene una influencia clave en la producción de neurotransmisores relacionados con el estado de ánimo, como son la serotonina y la dopamina.

El sistema gastrointestinal recibe a menudo el nombre de “segundo cerebro”, ya que tiene una importante función en la regulación de las emociones.

Factores psicológicos en las elecciones alimenticias

Los sucesos que nos ocurren en la vida diaria y nuestra forma de gestionarlos también tienen una repercusión notable en las elecciones alimenticias que hacemos. En momentos de estrés o ansiedad, muchas personas recurren a comidas indulgentes y reconfortantes, como una estrategia para aliviar el malestar emocional de forma temporal. No obstante, al tratarse de alimentos poco saludables y vacíos de nutrientes, lo habitual es entrar en un ciclo que asocia emociones y comportamientos negativos.

También influyen otros aspectos psicológicos en la manera en que comemos, como la autoestima, la imagen corporal que tenemos de nosotros mismos, las presiones sociales o los hábitos y ritmos de vida. Acciones como la restricción de alimentos o la ingesta compulsiva pueden no solo tener consecuencias negativas a nivel emocional, sino también para la salud física a largo plazo.

Cómo lograr una relación saludable alimentación-mente

Ya comprendemos la interacción entre las emociones y la alimentación, pero todavía no hemos explorado cómo se puede cultivar una relación saludable entre lo que comemos y cómo nos sentimos. En este punto es donde entra en juego el enfoque consciente de lo que comemos, también conocido como mindful eating, y otras interesantes técnicas que pueden aprenderse sobre todo con la ayuda de coaches nutricionales especializados.

Sigue leyendo para profundizar en esta cuestión. ¡Presta atención!

Mindful eating y alimentos para el bienestar mental

Uno de los grandes problemas de la forma en que comemos es que lo hacemos de manera inconsciente, con prisas, sin prestar atención a los alimentos que tomamos y sin atender a nuestras necesidades alimenticias. El mindful eating trata precisamente de romper este hábito y sintonizar los sentidos, prestando plena atención a cada bocado que ingerimos.

Algunos trucos clave para practicar el mindful eating de forma efectiva son comer sin distracciones, masticar lentamente saboreando los sabores y texturas de cada alimento, y escuchar las señales de nuestro cuerpo para determinar nuestro nivel de hambre.

Manejo del estrés y la ansiedad a través de la alimentación

En un mundo que se caracteriza por el ritmo de vida acelerado, la ansiedad y el estrés son partes inevitables de nuestro día a día. Eso no significa, no obstante, que no podamos mitigar sus efectos tomando buenas decisiones sobre nuestra alimentación.

Algunas estrategias útiles para manejar estas emociones a través de hábitos alimenticios son:

  • Consumir alimentos variados que proporcionen los nutrientes recomendados para mantener un equilibrio emocional y físico.
  • Incorporar a la dieta alimentos ricos en magnesio, ya que pueden ayudar a reducir los niveles de cortisol, conocida como “la hormona del estrés”.
  • Limitar el consumo de cafeína y alcohol, dos sustancias que tienden a aumentar los síntomas y efectos de la ansiedad.
  • Practicar técnicas de relajación como la meditación, el yoga y la respiración profunda, no solo antes de las comidas, sino también varias veces durante el día.

Alimentos como el salmón y las nueces, ricos en ácidos grasos omega-3, aportan demostrados beneficios para la salud mental y la función cognitiva.

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La relación entre la alimentación y las emociones es profunda y compleja. Sin embargo, al adoptar un enfoque consciente de las elecciones alimenticias y priorizar una dieta equilibrada y rica en nutrientes, podemos cultivar una relación más sana entre nuestro cuerpo y nuestra mente. ¿Quieres aprender a hacerlo como un/a experto/a?

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Bibliografía

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