Tipos de dependencia en ancianos
Cuando hablamos de dependencia debemos definir primero de todo qué entendemos por dependencia y en segundo lugar hay que remarcar que la dependencia no afecta solo a los ancianos como veremos también más adelante, si no que podemos encontrar personas dependientes a cualquier edad.
Tabla de contenidos
Qué entendemos por dependencia
Por dependencia entendemos la pérdida de la autonomía de una persona, ya sea la autonomía física, psíquica, intelectual, sensorial… Esta pérdida de autonomía conlleva que dicha persona necesite una ayuda o una asistencia importante para llevar a cabo las actividades de la vida diaria. Consideramos actividades de la vida diaria actividades tales como levantarse o acostarse, poder desplazarse solo por la casa, asearse solo, vestirse y desvestirse, poder ir al baño sin ayuda, comer y beber, poder encargarse de las compras que uno necesita, poder hacer la comida, encargarse de la limpieza de la casa y de la ropa, etc.
Qué grupos de población pueden verse afectados por un estado de dependencia
Tal como hemos dicho en la introducción, no solo los ancianos son dependientes, aunque son el grupo más importante. Pero hay también otras alteraciones que pueden causar dependencia a edades anteriores a los 65 años como padecer un ICTUS, esclerosis múltiple, enfermedades neuromusculares, enfermedades neurológicas, enfermedades mentales, paraplejias o tetraplejias por accidentes, retrasos mentales, demencias o enfermedad de Parkinson prematuros, e incluso hay alteraciones en la gestación y el nacimiento como parálisis cerebral o meningoceles, que pueden provocar dependencia en niños ya desde su nacimiento.
¿Qué grados de dependencia podemos encontrar?
La llamada Ley de Dependencia (Ley 39/2006, de 14 de diciembre de Promoción de la Autonomía) establece que hay 3 grados de dependencia:
1- Grado I – Es la llamada dependencia moderada y se encontrarían en este grado los pacientes que necesitan ayuda para realizar sus actividades de la vida diaria una vez al día.
2- Grado II – O dependencia severa. En este grado estarían los pacientes que necesitan ayuda para llevar a cabo las actividades de la vida diaria anteriormente descritas, un par de veces o tres al día, pero aún y así, para estos pacientes no es necesaria la presencia constante con ellos de un cuidador.
3- Grado III – Llamada también gran dependencia y que consiste en que la persona dependiente necesita de un o una cuidador/a constantemente para poder realizar las actividades de la vida cotidiana.
¿Qué tipos de dependencia podemos encontrar en los ancianos?
Manejamos básicamente los siguientes 4 tipos de dependencia en el grupo de población de la gente mayor:
1- La dependencia física – Quizás sea el tipo de dependencia más conocido, aunque como veremos a continuación no es el único tipo de dependencia con que nos encontraremos. En este tipo de dependencia encontramos los grupos de pacientes que necesitan ayuda de tipo físico para realizar las actividades de la vida diaria, puesto que han perdido la movilidad física de alguna parte de su cuerpo. En este grupo encontramos por ejemplo los afectados de artrosis o artritis severas.
2- La dependencia psíquica – También llamada dependencia mental, consiste en que la persona pierde la capacidad para tomar sus propias decisiones y resolver sus problemas. Esta dependencia es la que se daría en casos como retrasos mentales por ejemplo.
3- La dependencia sensorial – Este tipo de dependencia es la que afecta a los órganos de los sentidos, el más importante de ellos sería la vista, seguido del oído y el tacto. El hecho de que una persona no pueda ver le afectará por ejemplo, en la realización de muchas de las actividades de su vida diaria, tales como los desplazamientos, realizar las tareas domésticas, leer, etc. Una situación parecida nos encontraremos si la persona no oye o tiene problemas de sensibilidad.
4- La dependencia mixta – Este tipo de dependencia es en realidad un mix de dos o más de las dependencias anteriores, situación que nos encontraremos bastante frecuentemente. Por ejemplo, sería el caso de enfermedades como el Parkinson, que producen una dependencia física pero asociada también a problemas sensoriales.
Vistos los diferentes tipos de dependencia que pueden existir, se nos plantea la cuestión de reflexionar acerca de qué tipo de dependencia consideramos que puede causar más “dependencia” (y valga la redundancia). Es obvio que al tipo de dependencia hay que sumar también (o tenerlo cuenta) el grado de dicha dependencia. Obviamente, el grado influirá mucho en el estado de gravedad del paciente, pero esto también nos lleva a hacer otra reflexión: ¿qué es más importante cuando hablamos de dependencia, el grado de esta o el tipo de dependencia?
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