Cómo abordar el burnout en mindfulness
Seguramente habremos escuchado hablar a menudo de los factores que pueden generar estrés y las herramientas que el mindfulness pone a nuestro alcance para paliarlo. Pero en el ámbito del personal socio-sanitario hemos de ir un poco más allá para adentrarnos en el síndrome de burnout, una de las alteraciones más frecuentes entre quienes trabajan en éste sector.
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¿Qué es el burnout y qué puede hacer el mindfulness?
El síndrome de burnout es un término inglés que puede traducirse por agotamiento, fatiga o desgaste físico. Recibe diferentes denominaciones en la literatura científica y podemos hallarlo descrito también como síndrome de desgaste profesional, síndrome de desgaste ocupacional o incluso síndrome de estar quemado, pero de forma general los especialistas se han decantado por la denominación “síndrome de burnout”.
Ante la ineficacia de otros abordajes se ha demostrado que la práctica pautada y regular de mindfulness es una de las mejores opciones terapéuticas para sobretodo prevenir, pero incluso revertir dicho síndrome.
Causas del burnout
El síndrome de burnout se caracteriza por ir acompañado de los sentimientos de agotamiento físico y frustración derivados de las sobrecargas irracionales de trabajo y asociados tanto al desequilibrio productivo como a la adicción al desempeño profesional. En este sentido, cabe recordar los numerosos casos de trabajadores japoneses fallecidos por karoshi (muerte por exceso de trabajo), hasta el punto de que las autoridades sanitarias niponas tuvieron que reconocer este fenómeno en 1987.
El psicólogo estadounidense Cary Cherniss conceptualizó el síndrome de burnout en un proceso dividido en tres fases:
– Fase 1: relacionada con el desequilibrio entre la carga laboral y las posibilidades que el trabajador tiene de responder a ellas.
– Fase 2: definida por una fuerte respuesta emocional negativa.
– Fase 3: caracterizada por proponer un cambio conductual en el individuo.
Más adelante, se definió el síndrome de burnout como una manifestación basada en tres características habitualmente presentes en personas que trabajan con clientes y pacientes:
– Agotamiento emocional.
– Despersonalización e indiferencia.
– Baja realización personal.
Síntomas más comunes del burnout
Los síntomas más frecuentes entre quienes padecen síndrome de burnout son de cuatro tipos:
– Conductuales: problemas de interacción y absentismo laboral.
– Emocionales: distanciamiento y ansiedad.
– Psicosomáticos: insomnios y cefaleas.
– Defensivos: negación y desplazamiento de los sentimientos.
Es habitual que en la valoración del burnout como un trastorno grave en nuestra sociedad se tienda a compararlo o a igualarlo con el estrés. Sin embargo, todos los especialistas coinciden en señalar que se trata de alteraciones diferentes caracterizadas por causas y síntomas distintos.
Por ejemplo, la hiperactividad emocional presente en el estrés se traduce en sensación de bloqueo en el caso de síndrome de burnout, y los efectos beneficiosos del eustrés o estrés positivo se transforman siempre en consecuencias negativas cuando el burnout está presente.
Prevención del burnout a través del mindfulness
En la actualidad, en los programas formativos de médicos y personal sociosanitario se incluye ya la prevención del burnout mediante técnicas basadas en mindfulness, así como existen programas de intervención dirigidos a los profesionales destinados en atención primaria que mejoran su bienestar y su relación con los pacientes.
Se concluye que el ejercicio de la atención plena y la práctica del mindfulness necesariamente conducen a la prevención del síndrome de burnout y a evitar que aparezcan las causas que lo originan, ya que solo mediante la consciencia del momento presente y la necesaria calma puede transmitirse al paciente la ausencia de inseguridad y miedo y puede el médico o terapeuta tomar las decisiones adecuadas, establecer los diagnósticos correctos y mantener los tratamientos apropiados.
Por todo ello, programas como la Reducción del Estrés Basada en la Atención Plena (REBAP) ejercen también como agentes preventivos que pueden evitar situaciones de agotamiento profesional, cuando no diagnósticos erróneos, tratamientos equivocados o relaciones personales y profesionales desacertadas. Aprender a decidir requiere una lenta y constante preparación, pero poder hacerlo exige agilidad de reflejos mentales e intelectuales, actitud positiva ante las situaciones difíciles, colaboración con otros compañeros de profesión o departamento y atención al entorno en que hay que tomar determinadas decisiones.
Decidir cuesta muy poco, pero decidir bien depende de nuestra capacidad para hacerlo y de las circunstancias que hayamos sabido prevenir mediante la práctica del mindfulness como medio consciente de atención plena. Es decir, depende de nosotros mismos.
El caso del burnout es uno entre cien y puede extrapolarse a muchas otras dolencias físicas y mentales en las cuales los tratamientos farmacológicos o las terapias convencionales no dan los resultados esperados. O incluso se ha demostrado que algunos tratamientos generan efectos secundarios que llegan a ser peores que las dolencias que pretende contrarrestar. En estos casos (y el burnout es un buen ejemplo) se ha demostrado a través de la investigación clínica que las sesiones de mindfulness siguiendo un protocolo y dándole continuidad en el tiempo, son efectivas.
¿Ha padecido alguna vez burnout? ¿Qué soluciones has aplicado o te han propuesto?