Mostrar más resultados

Meditación de los sonidos de mindfulness

Meditación de los sonidos de mindfulness

Escrito por Joan Bertran

La base para la meditación de los sonidos de mindfulness

Para realizar este ejercicio partimos de las pautas e indicaciones generales de la postura de meditación sedente. Desde una posición tranquila y sosegada, sentimos amablemente cómo los pies se asientan en el suelo, la columna vertebral descansa y la cabeza se dirige hacia arriba. La idea es estar relajado evitando cualquier rigidez muscular o mental.

Como introducción, pedimos a los participantes que presten atención a los movimientos de la respiración en el bajo vientre, llevando la mano izquierda cuatro dedos por debajo del ombligo. Solo sintiendo como el aire entra y el aire sale. En ese entrar y salir del aire han de tratar de hacerse uno con la respiración. Con el cuerpo, como si fuese un todo que respira. Ese todo que respira será la lente que nos permita vislumbrar nuestro paisaje interior.

Cuando los participantes estén receptivos, enraizados en el momento presente, es el momento de empezar la práctica. En esta ocasión, aprovechando el estado de atención, de relajación y de expansión de la mente en el que se encuentran los participantes, al final de la meditación, vamos a leer un poema que nos permita comprender desde la mente sensible el proceso que estamos viviendo. La poesía es el arte del aquí y el ahora. En la poesía no hay pasado ni futuro, siempre sucede en el momento que acudimos a ella. Podemos elegir cualquier poema que nos guste y consideremos apropiado para una práctica de interiorización.

 

Pasos a seguir

Para guiar a la persona o personas que realizan este ejercicio, podemos detallar los siguientes pasos a seguir:

 

  • Vamos a abrir el cuerpo a los sonidos, a todo lo que estamos percibiendo. No hay que buscar más sonidos que los que ya existen.

 

  • Trataremos de identificar los sonidos, sin adentrarnos en ellos. Solo reconociendo lo que existe: el sonido de la respiración, una campana, un timbre, el viento que silba, el sonido de una puerta, una tos cercana.

 

  • Sonidos, son solo eso, sonidos. Simplemente hay que estar abierto a lo que está sucediendo.

 

  • Dirige el foco de tu atención al oído. El oído es el ancla al que has de volver en caso de que tu mente se distraiga. Céntrate en estar receptivo a los sonidos sin importar de dónde proceden.

 

  • Intenta prestar atención a los sonidos y considera también tu voz como un sonido, descubriendo que el pensamiento también es un sonido, puesto que forma parte de los rumores de la mente, conecta con lo que ello significa.

 

  • Los pensamientos son solo sonidos. Centra tu atención en eso, y cuando observes que van surgiendo… Observa que simplemente aparecen y desaparecen. Surgen y se van.

 

  • Céntrate en los pensamientos que surgen de la mente y percibe el momento en que llegan y se van.

 

  • Estos pensamientos y sonidos ocupan un tiempo y un espacio concreto; vienen de un tiempo y un espacio concreto. Igual que el cielo y las nubes están interrelacionados, pero no son lo mismo. Todos se sitúan en un momento y un momento más tarde desaparecen.

 

  • Vamos a observar los pensamientos como si fuesen el agua del río que fluye, pero no es el río. Como si fuesen las nubes en el cielo, que fluyen pero no son el cielo. Obsérvalos, fíjalos y déjalos marchar.

 

  • Así, momento a momento nos vamos dando cuenta del juego de la mente. Vamos a observar cómo la mente juega, una vez tras otra, con los pensamientos. Cómo está, de alguna manera, magnetizada por ese proceso.

 

  • Si el pensamiento nos gusta, la emoción nos gusta. Si el pensamiento no nos gusta, la emoción es desagradable. Observa esta dinámica, fíjala y déjala marchar.

 

  • Ahora ponemos de nuevo atención en la respiración y los sonidos. Volvemos a sentir el cuerpo que siente, como un todo, viendo este proceso como un mar en calma.

 

Retroalimentación con los participantes

Muchos de los participantes, cuando terminan el ejercicio y comentan su experiencia, suelen decir que toman distancia de sus pensamientos y que, sin proponérselo, empiezan a verlos proyectados a una distancia diferente a la habitual. Cuando realizamos la meditación de atención a los sonidos, y más adelante la dirigimos a los pensamientos, lo que estamos pretendiendo es ensanchar nuestra mirada de la realidad. Podemos ser más y más conscientes de nuestras sensaciones, de nuestras emociones, de cómo se produce el hecho y el acto de deliberar a partir de algo tan simple como un sonido, siendo conscientes de lo que está pasando. La consciencia se visibiliza en tanto que invitamos a la mente a aquietarse y a hacerse más y más presente en lo que está sucediendo.

Este ejercicio tiene similitudes con el del fruto seco o la pasa, pero el avance ha consistido en pasar de la consciencia centrada en las formas y los sabores a la consciencia de los sonidos utilizando el oído y la escucha atenta. El mindfulness intenta la integración de las distintas esferas del ser. Una vez que nos hemos hecho amigos de los sonidos y de los pensamientos, somos capaces de ir profundizando en cómo se crean nuestras imágenes internas, nuestros pensamientos y nuestros sonidos internos.

¿Ha practicado alguna vez este ejercicio? Si no es así, prueba de practicarlo con las indicaciones que se han dado y explícanos tus sensaciones.