Es imprescindible comprender cómo las acciones que realizamos derivan consciente e inconscientemente en el estado de ánimo que nos procuramos. Y también entender cómo ese estado de ánimo está directamente relacionado con nuestra felicidad.
Antes de empezar cualquier técnica individual o dinámica de grupo, hay que reforzar la idea de que la respiración es una poderosa herramienta que nos permite abrir espacios para abordar la dificultad desde la calma y el sosiego interior. Observar qué es lo que ocurre en la mente y en el cuerpo cuando dirigimos la atención a la respiración y cuando estamos expandiendo la mirada hacia la totalidad fluyendo con el aire que entra y sale de nuestros pulmones.
Con esa acción tan sencilla no solo estamos respirando, sino que también estamos aumentando nuestro nivel de bienestar y felicidad. El primer paso es reconocer que a veces nos sentimos decaídos, apáticos y fuera de lugar y que la respiración nos puede llevar a centrarnos y equilibrarnos.
Es importante saber que en todo proceso de depresión, tristeza o abatimiento la motivación es un elemento fundamental que ayuda a sortear las dificultades. Por tal razón, vamos a insistir en la necesidad de realizar acciones positivas y de poner en marcha un conjunto de estrategias que nos ayuden a estar en forma frente al abatimiento.
Muy a menudo, cuando estamos cansados, enfadados o deprimidos, no nos permitimos reconocerlo. No descansamos cuando deberíamos hacerlo y no nos damos treguas para experimentar en profundidad nuestras propias emociones. Nos exigimos más de lo que podemos dar y nos tratamos de un modo en que no trataríamos a ninguno de nuestros conocidos. Así que en este ejercicio vamos a comenzar a practicar el cuidado personal intentando comprender qué conjunto de acciones forma parte de una ratio normal y qué puede considerarse algo exiguo o por debajo de la media. Antes de aceptar pasivamente cualquier emoción que nos sobrepasa, conduciéndonos a pensamientos negativos que afectan nuestro estado de ánimo, necesitamos actuar y saber cómo hacerlo.
Esta es la gran pregunta que intentaremos resolver. El autocuidado es una expresión de amor y amabilidad hacia uno mismo y se hace posible cuando cultivamos esas cualidades interiormente. Cuando sufrimos y dejamos de prestarnos atención se desencadenan sentimientos y emociones complejas que tienden a perpetuar el sentimiento inicial. La meditación sedente nos permite observar los que nos pasa de una manera directa, abierta y sin enjuiciamientos o reproches, y nos muestra el camino a seguir: atender nuestras propias necesidades.
Al conducir este ejercicio es preciso advertir a los practicantes que se trata de un primer acercamiento a la planificación del autocuidado, por lo que es muy recomendable que a lo largo de la semana introduzcan esta meditación en el día a día para interiorizar así sus contenidos. La idea es que antes de que empiece la jornada debemos tratar de considerar y visualizar positivamente todas las cosas que vamos a hacer para cuidarnos.
Se trata de una meditación muy sencilla, en la que la persona reconoce paulatinamente cómo va a gestionar el tiempo y las actividades que le resultan más beneficiosas. La práctica de este ejercicio de meditación sedente, que tiene una duración aproximada de 30 a 40 minutos, contribuye a la sincronización de la mente y el cuerpo, y ayuda a reconocer las propias necesidades personales: una buena manera de prevenir enfermedades y de entrenarnos en aquellas actitudes que favorecen nuestro bienestar.
Al final del ejercicio, dedicamos algunos minutos a reflexionar sobre lo que comentan los participantes, tomando nota de la importancia de mantener el equilibrio entre las actividades y el estado de ánimo. Es preciso insistir en la necesidad de realizar este tipo de meditaciones de forma cotidiana, ya que nos permiten descubrir cualidades que nos nutren a nivel interior y que nos ayudan a aumentar el bienestar.
El estrés es uno de los trastornos más comunes en las sociedades actuales, en el mindfulness puedes encontrar un gran aliado para superarlo.
El life coaching se enfoca en una de las ramas del coaching y se enfoca a nuestras habilidades propias, trazando estrategias hacia el cambio personal.
A través del mindfulness podemos aumentar la confianza en uno mismo y la autoestima, hecho que nos lleva también a desarrollar asertividad y mejorar nuestra comunicación.
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