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Planifica un día de atención plena con mindfulness

Planifica un día de atención plena con mindfulness

Escrito por Joan Bertran

 

El mindfulness nos enseña a elegir

Las personas solemos identificar actividades muy concretas que nos hacen sentir mejor, y entre ellas es bastante habitual que aparezcan todo tipo de aficiones y deportes, así como asistir a eventos sociales o culturales y, por supuesto, la práctica de técnicas que incorporan relajación y actividad física, como el yoga o el taichí. La gama de actividades, tanto las que aportan energía como las que la restan, es muy amplia y depende, en gran medida, de las posibilidades y del contexto sociocultural de los participantes.

Sin embargo, lo auténticamente destacable que nos dice el mindfulness es que en la vida diaria, sin importar lo que hagamos, siempre podemos elegir hacer algo que nos nutra frente a algo que nos reste energía. Y si por necesidad nos vemos obligados a realizar alguna tarea que nos resulte penosa, sabemos que hay margen de acción y que podemos relativizar su impacto gracias a las técnicas del mindfulness.

 

Una jornada de atención plena

Si vamos a trabajar sobre la planificación de una jornada de atención plena en nuestra vida cotidiana, empezaremos por repasar mentalmente qué es para nosotros una actividad atenta y qué no lo es. Habiendo considerado eso, vamos a hacer una lista de las actividades que realizamos diariamente, identificando cuáles de ellas nos dan energía y cuáles no.

Una vez que ya tenemos la lista hecha, vamos a comprometernos poco a poco a realizar aquellas actividades que nos aportan energía. Por ejemplo, si hemos descubierto que ir a la piscina, bailar o pasear nos carga de energía, intentaremos promover una de esas actividades. Es fundamental prestar atención a la importancia de mantener el equilibrio entre las actividades que nos nutren y las que nos agotan. La lista de opciones es amplia y no siempre estamos obligados a realizar según qué cosas. Por otra parte, hay que remarcar que reconocer las actividades que nos restan energía no es nada de lo que avergonzarse, pues cada persona es un mundo y no hay reglas ni fórmulas que funcionen para todos.

Exteriorizar y reconocer lo que nos quita energía es muy sano y valioso, ya que nos deja saber cómo afrontarlo o cómo modificarlo. Vamos a ir entrenándonos poco a poco en el hecho de que siempre tenemos oportunidades para ponernos en un lugar diferente a aquel en el que nos encontramos a disgusto.

 

Detectar los eventos de la mente

La elección que tomemos puede conducirnos a equilibrar nuestra vida, animándonos siempre a ver los pensamientos con los que asociamos nuestras acciones simplemente como lo que son: eventos de la mente. La desidentificación nos permite ver con claridad que es posible cambiar lo que hay que cambiar o, por el contrario, aceptar lo que no está en nuestras manos.

Este ejercicio puede ser de gran ayuda, puesto que configurar el mapa de la felicidad y de la infelicidad es algo que podemos definir en función de nuestra voluntad y nuestra motivación. Somos actores de la felicidad, y esa capacidad de ser actores, con tiempo para ser feliz, sin estar estresados o cansados, también nos aporta un menú de actividades entre las que podemos optar.

Elegir ser feliz, y no elegir la infelicidad, despojándonos de la carga de las acciones inútiles. Si estamos preparados y entrenados es probable que no tengamos altibajos emocionales demasiado profundos. La idea es centrarnos en aquellas actividades que elevan el ánimo y aumentan nuestros indicadores de bienestar. Reconocer aquellas actividades que nos causan placer y realizarlas es una forma de asegurarnos sensaciones de logro y bienestar. Esas cualidades de estar presente nos ayudan a comprender de dónde procede la felicidad. La felicidad se genera cuando nos sentimos bien con nosotros mismos y cuando entendemos que pequeños gestos cotidianos, como tomar un café con un amigo, comprar flores o dar un buen paseo, son en sí mismos indicadores de la felicidad.

También puede ser útil, en este contexto, recordar que, en las investigaciones realizadas por Richard Davidson y Jon Kabat-Zinn, se detectó que el entrenamiento modificaba la estructura del cerebro fortaleciendo las conexiones neuronales que se creaban a partir del uso de nuevos patrones de pensamiento introducidos en la meditación. A mayor cantidad de pensamientos positivos se detectaba mayor actividad del córtex izquierdo del cerebro aumentando el afecto positivo y la felicidad.

Elegir el tipo de pensamientos que queremos tener es una vía para moldear nuestro cerebro, bien sea entrenándolo en la negatividad o en la satisfacción. En suma, realizar actividades que nos procuran bienestar es una forma de cambiar positivamente nuestra perspectiva de la vida.

¿Qué actividades de tu día a día te quita energía y cuáles te recargan? ¿Cómo crees que podrías organizarlas mejor?