Los riesgos que puede haber en el proceso de coaching

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Los riesgos que puede haber en el proceso de coaching
El cualquier acto humano, por el simple hecho de serlo, resulta hasta cierto punto impredecible y encarna ciertos riesgos. El proceso de coaching no es ajeno a estos riesgos, pero tampoco debemos asustarnos y partir de una posición defensiva. Simplemente, si conocemos de antemano los riesgos, cuando aparezcan podremos tener más posibilidades de aplicar soluciones efectivas.
Evolución habitual en el proceso de coaching
Es evidente, por lo tanto, que en la práctica del coaching se dan una serie de riesgos que pueden dificultar la armonía del desarrollo del proceso.
Uno de estos riesgos, y quizás el principal, aflora en el momento en el que el coachee, después de conocer sus necesidades de mejora y las técnicas para su realización, comienza a albergar la falsa seguridad de que con eso ya es suficiente. Pensará que una vez detectados los problemas y las posibles soluciones, será un juego de niños cambiar las cosas y hacerlas bien desde el principio, prescindiendo del proceso de coaching y, por consiguiente, del apoyo del coach.
Para evitar esta situación puede ser de gran ayuda, explicar al cliente la evolución que se suele realizar en el proceso de coaching. En la mayoría de los casos, la persona que recorre el siguiente itinerario: empezamos con una relación de dependencia del proceso de coaching en general y el coach en particular, acto seguido puede que rechacemos esta dependencia o su necesidad, para después ir la independencia y finalmente autonomía de acción.
Estas cuatro fases de la evolución del proceso de coaching se podrían detallar de la siguiente manera:
- Fase de Dependencia: Inicialmente el coach suele ser contratado porque el cliente piensa que puede mejorar su vida mediante la obtención de una perspectiva más amplia y completa que le aporta otra persona. El coach, entonces, a partir de la decisión mutua, acompaña al coachee estableciendo una relación de confianza y un marco de referencia para el cambio.
- Fase de Anti-dependencia: Pasado cierto tiempo, tras haber realizado algunas sesiones en las que ya se han detectado algunos aspectos a cambiar y posibles soluciones, el cliente puede pensar que ya tiene interiorizadas las competencias necesarias para seguir por su cuenta sin ningún apoyo externo. Este es seguramente el momento más crítico en el proceso de coaching, ya que el cliente tiene su diagnóstico más o menos delimitado, conoce parte del tratamiento a seguir y cree que puede aplicárselo por sí mismo.
- Fase de Independencia: Una vez se supera la fase de anti-dependencia, las competencias requeridas para la situación que preocupaba al comienzo del proceso pueden obtenerse por medio del trabajo continuado. En este momento los contactos con el coach pueden empezar a ser mucho menos frecuentes y el cliente va ganando progresivamente en seguridad y eficacia.
- Fase de Autonomía: El cliente consolida los nuevos hábitos llegándolos a interiorizar y actuando eficazmente. El avance en el proceso, o éxito del mismo, se manifiesta en la mejora de su situación personal y su relación con los demás.
Factores para evitar riesgos
Diferentes autores han llegado a la conclusión que existen tres factores fundamentales que se pueden considerar los requisitos para sortear los riesgos y alcanzar el éxito durante el proceso de coaching. Estos factores son:
- Confianza: Es un requisito indispensable para el éxito de un programa de coaching. La confianza mutua entre el entrenado y el entrenador resulta vital para el progreso y el desarrollo del proceso. Sin esta confianza mutua no será posible alcanzar los objetivos. Mientras que una buena relación de confianza facilitará mucho la comunicación, la detección de problemas y la búsqueda de soluciones.
- Compromiso: Implica ir más allá de la mera relación, comprometiéndose con el proceso a la hora de establecer objetivos progresivamente más ambiciosos. La ausencia de compromiso nos llevará a la pérdida del sentido del proceso. En las sesiones veremos que nos estancamos y no evolucionamos. En cambio, un compromiso sólido, nos asegurará que aquello acordado se lleve a cabo y lo consigamos o no, seguro que seremos capaces de avanzar con los resultados obtenidos.
- Sinceridad: Durante el proceso de coaching se forman relaciones maduras, basadas en la confidencialidad y la sinceridad como principios de acción. Por ejemplo, si el coachee identifica que una determinada estrategia le ha ido mal o simplemente no ha tenido unos días agitados y no le ha dado tiempo de aplicarla, será imprescindible reconocerlo para seguir avanzando.
El coaching, como sabemos, es un proceso en el que intervienen al menos dos personas, encarnadas en las figuras del Coach o profesional y el Coachee o cliente. Como en cualquier relación humana, existen factores que se escapan de nuestro control y entrañan ciertos riesgos de que el proceso no siga el curso esperado. Por ello, desde la naturalidad, debemos ser conscientes de estos riesgos, prepararnos para afrontarlos e incluso verlos como una oportunidad en lugar de como un problema.
¿Cuál crees tú que es el mayor riesgo en un proceso de coaching? ¿Qué soluciones aportarías?
Joan Bertran