Encontrar la motivación para practicar mindfulness
La motivación es uno de los motores fundamentales de la autorrealización y del desarrollo personal y profesional.
Tabla de contenidos
Sin perder el ritmo de práctica de mindfulness
No debemos perder de vista que mantener el mindfulness en ocasiones puede ser difícil; la vida cotidiana, la rutina y el piloto automático tienden a imponerse en medio del trasiego y las prisas que caracterizan el día a día. Fortificar los hábitos que hemos desarrollado en el punto anterior es una tarea que requiere esfuerzo y que, en muchos momentos, puede darnos pereza haciéndonos poco a poco abandonar aquello que sabemos que nos hace bien pero que no podemos mantener por una serie oportuna de excusas que iremos interponiendo para justificarnos. Por todo ello es indispensable estar motivado, entender que hacer ese esfuerzo que a veces nos cuesta es invertir en felicidad y en calidad de vida.
Ten presente que, a nivel interno, la motivación es un estado que nos activa y nos dirige hacia un objetivo manteniendo nuestras conductas alineadas en esa dirección. Así pues, la idea es tomar consciencia de la práctica para motivarnos por el mero placer de entrenarnos en la atención plena (motivación intrínseca) o por la búsqueda de un estado emocional preciso que sabemos que la práctica nos puede aportar (motivación extrínseca).
Aspectos a tener en cuenta para mantener la motivación
Existen varios hábitos sencillos del día a día que nos ayudarán a mantener el ritmo de la práctica del mindfulness:
- Practica espacios de respiración a lo largo del día
Si buscas espacios de respiración durante el día recuperarás la atención y la concentración en el aquí y ahora. Así desactivarás los patrones reactivos del cerebro y podrás responder de manera sabia ante tus pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones a lo largo del día.
- Acepta con bondad tus sentimientos
Trata de aceptar con conciencia abierta todos tus sentimientos y pensamientos, aunque sean dolorosos. Así, desaparecerán tus reacciones automáticas y transformarás el conjunto de reacciones en un conjunto de oportunidades.
- Haz más ejercicio
Cualquier actividad física puede ayudarte a entrenar la atención. Sal a pasear, camina, monta en bicicleta, ve al yoga. Sé plenamente consciente de tu cuerpo mientras realizas cada actividad. Respira siguiendo el ritmo de tus movimientos y presta plena atención a tus sensaciones corporales.
- Observa tus emociones con curiosidad
Para poder gestionar nuestras emociones debemos comprenderlas, para lo que tenemos que observarlas, prestar atención y ser conscientes de las mismas. Recuerda que ser plenamente consciente de nuestras emociones conlleva observarlas con una curiosidad amistosa y, sobre todo, no juzgarnos por tenerlas.
- Practica la autocompasión
Trata de incentivar hábitos saludables. Llevar una dieta equilibrada, realizar ejercicio, dormir bien… son mecanismos para entrenar la amabilidad y la compasión hacia uno mismo. Responsabilízate de tu propio cuidado. Así tendrás más energía, pensarás con más claridad y podrás tomar mejores decisiones. Recuerda que eres tú quien decide si quiere tener más o menos experiencias positivas.
- Céntrate en lo que quieres alcanzar
Piensa profundamente en lo que quieres de la vida y detecta los mecanismos mentales que sabotean tu propósito. No te quedes con ellos, obsérvalos pasar y céntrate en lo que quieres alcanzar, sin miedo, sin negación y sin evitación.
Un ejercicio para encontrar el impulso
Para sellar tu compromiso con el mindfulness, te proponemos a continuación un ejercicio final para encontrar una razón positiva para seguir practicando:
- Siéntate cómodamente, relájate y respira cuatro o cinco veces con atención plena para centrar la mente. Si lo deseas, puedes cerrar los ojos.
- Ahora, permite explorar: ¿qué es lo más importante de tu vida, qué es lo que más valoras y cómo te puede ayudar la práctica de mindfulness a conservar este elemento?
- Deja que la pregunta siguiente se asiente en tu mente y en tu corazón, y piensa la respuesta con calma y consciencia plena.
- Permite que la pregunta entre en tu mente como si fuera una piedrecita lisa y redonda que cae en un lago muy profundo, en el que se sumerge lentamente.
- Visualiza la piedra mientras hace todo su recorrido y mantén la pregunta en tu consciencia. Tal vez aparezca en tu mente la respuesta. O tal vez no.
- Cuando la piedra haya llegado al fondo, déjala reposar un rato y abre tu consciencia a otras respuestas que pudieran surgir.
- No hace falta que pienses en la pregunta ni que intentes desentrañar la respuesta. Tampoco es importante responder con rapidez. En lugar de eso, deja que sea la propia consciencia la que responda a su manera, a su tiempo; que la pregunta se procese en lo más hondo de tu ser, a un nivel que va más allá de la mente que piensa.
- Es probable que la primera vez que te plantees la cuestión no encuentres ninguna respuesta o que, de alguna manera, la respuesta no te acabe de convencer. Pero recuerda que este es un ejercicio al que siempre puedes volver más adelante.
- Cuando hayas terminado, respira un poco más profundo y abre los ojos con suavidad.
- Si has descubierto alguna razón para practicar la atención plena que esté relacionada con algo muy importante para ti, anótala en tu agenda, de modo que puedas consultarla cada vez que necesites inspiración. Es una manera de volver a contactar con un motivo poderoso para seguir practicando.
Con este ejercicio, si te lo propones, podrás continuar el camino de la atención plena y la interiorización.