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¿Qué es la disciplina positiva?

¿Qué es la disciplina positiva?

Escrito por Alejandra Sánchez Yagüe

“Un niño que tiene un mal comportamiento es un niño desmotivado”.- R. Dreikurs. 

Orígenes de la disciplina positiva

La disciplina positiva encuentra sus raíces en los años 20, a través de la teoría social de Alfred Adler (1870-1937).

Adler consideraba que “todo ser humano constituye una unidad psicológica en la que todos sus actos, pensamientos, emociones y conductas, conscientes e inconscientes, van dirigidas hacia un fin: obtener sentido de pertenencia y significado”.

Rudolf Dreikurs, discípulo de Adler, continuó con la teoría, así como con las primeras escuelas creadas por Adler, a través de las escuelas democráticas, encaminadas a promover las relaciones basadas en el respeto mutuo.

A Dreikurs se le atribuye la frase de que “un niño que tiene un mal comportamiento es un niño desmotivado”, así que, según él, motivando al niño, el mal comportamiento no tendría cabida. Más que enfocarlo como un tema simplemente conductual del niño, según Dreikurs, hay que trabajar en la motivación del niño si lo que queremos es mejorar el comportamiento de él.

Los 6 principios de la disciplina positiva

Las diferentes técnicas de disciplina positiva para familias y para el aula están dirigidas a desarrollar relaciones de respeto mutuo, libres de ser punitivas o permisivas, e incluyen los siguientes principios indispensables e inseparables:

  • Respeto mutuo y fomento de las relaciones horizontales.

Todas las personas tienen el mismo derecho de ser tratadas de forma digna y respetuosa.

Los adultos modelan la firmeza, al respetarse a ellos mismos y a las necesidades de la situación, así como la amabilidad, al respetar las necesidades del niño.

  • Identificar la creencia detrás del comportamiento, aportando sentimiento de conexión y sentido de pertenencia.

Cuando se cree algo, se actúa como si fuera verdad, porque las creencias actúan como filtros perceptivos muy potentes. Las creencias están relacionadas con las “etiquetas” positivas y negativas que atribuimos a nuestras experiencias, y es precisamente esto lo que las convierte en potenciadoras o limitantes.

Debido al hecho de que las creencias se encuentran en un nivel distinto al de la conducta y al de las aptitudes, las creencias no cambian de acuerdo con las mismas normas que estas últimas.

La disciplina positiva reconoce las razones que hacen actuar de cierta manera y trabajar para cambiar esa creencia, en lugar de intentar cambiar solamente el comportamiento.

  • Comunicación efectiva y habilidades para resolver problemas.

La disciplina positiva utiliza herramientas y técnicas que ayudan a desarrollar habilidades de vida y sociales.

  • Disciplina que enseña y que no es ni permisiva ni punitiva.

Es amable y firme al mismo tiempo y establece límites que pueden ser aplicados con amabilidad y firmeza.

  • Se enfoca en soluciones en lugar de castigos, teniendo la visión de que los errores son una oportunidad de aprendizaje.

  • La disciplina positiva es alentadora, en lugar de alabadora.

Al motivar, se tiene en cuenta el esfuerzo y la mejoría, no simplemente el éxito, y así se construye la autoestima a largo plazo y se estimula y se empodera al estudiante, por ejemplo.

De estos seis principios surgen todas las herramientas que se pueden utilizar para afrontar los retos que como familias o educadores la vida nos plantea a diario, con el fin de enseñar a los estudiantes habilidades de vida que les serán muy útiles el día de mañana, tales como:

  • Conectar antes que corregir.
  • Motivar versus alabar.
  • Preguntar.
  • Supervisión.
  • Ofrecer opciones limitadas.
  • Ser firme y amable al mismo tiempo.
  • Utilizar la técnica de las 4 R para reparar los errores: Reconocer el error cometido, Responsabilizarnos de lo que hemos hecho mal, Reconciliarnos pidiendo perdón y Resolver el error buscando una solución.
  • Validar los sentimientos.
  • Actuar más y hablar menos.
  • Empoderar versus rescatar.
  • Enfocarse en las soluciones en lugar de las consecuencias.
  • Involucrar.
  • Permitir que las personas experimenten las consecuencias naturales de sus decisiones.
  • Escuchar activamente.

 

Además de utilizar estas herramientas en el ámbito educativo, también pueden aplicarse en el ámbito familiar, ámbito este último en el cual se pueden desarrollar las siguientes habilidades, entre otras:

  • Programar tiempos especiales con cada miembro de la familia.  – Utilizar las reuniones de familia para llegar a acuerdos y negociar.
  • Dar y recibir cumplidos/las gracias.
  • Aprender a pedir perdón y perdonar y a reparar el daño.
  • Poner el foco en el aprendizaje que supone convivir en familia y en todas las dinámicas positivas y enriquecedoras de los vínculos familiares, en vez de poner el foco en los defectos y faltas de los miembros de la familia o en la crítica.

 

Esperamos que este artículo te haya servido de ayuda para entender un poco mejor en qué consiste la disciplina positiva y cuáles son sus fundamentos.

Nos encantaría que compartieras con nosotros qué te parece y, sobre todo, si te parece útil su aplicación tanto en el ámbito familiar como en el entorno educativo. ¡Estamos deseando escuchar tus comentarios!.