Sabemos que las grasas forman parte de diferentes estructuras del organismo, siendo una de ellas, la piel. Para el cuidado de este órgano se recurre al uso de diferentes tipos de grasas vegetales que permitan mantenerla en buenas condiciones.
Uno de los más empleados es el aceite de oliva virgen, que gracias a su composición de ácidos grasos monoinsaturados, lo convierten en un producto saludable desde el punto de vista nutricional.
El aceite de oliva virgen contiene entre un 98 - 99% de triglicéridos, siendo el ácido graso oleico el más abundante en estos, es decir, que su mayor parte es monoinsaturada y en una menor proporción presenta ácidos grasos poliinsaturados (linoleico) y apenas saturados (palmítico).
El otro 1 a 2% está formado por diferentes componentes minoritarios, pero no menos importantes, pues son los principales responsables de las propiedades beneficiosas del aceite de oliva virgen para la piel.
Estos diferentes componentes cuando se aplican tópicamente, tienen efecto en la piel de formas diferentes. Pueden actuar sobre la barrera cutánea, ayudar a reducir un estado inflamatorio, tener respuesta antioxidante, entre otras.
Dentro de los componentes más conocidos y estudiados, tenemos:
El olivo es una de las plantas de las que se puede obtener cuyo contenido puede variar por factores como, la región, el clima, los tipos de suelo, las prácticas de cultivo y de riego, la temporada de cosecha y la maduración de los frutos.
Como se ha comentado, el tipo de cultivo, la zona geográfica, el momento de la recolección y los procesos empleados en su producción, son factores que pueden influir en la composición del aceite de oliva virgen, sobre todo, en lo que se refiere a los componentes minoritarios. De aquí la importancia del valor biológico del aceite de oliva virgen y su uso como materia prima para aplicaciones tópicas cosméticas.
En algunos estudios se ha podido observar que el tratamiento tópico con aceite de oliva puede dañar la barrera cutánea, pudiendo llegar a producir el desarrollo de dermatitis atópica o a exacerbarla si ya existe. Por ello, se desaconseja el uso del aceite de oliva para el tratamiento de la piel seca.
En otros estudios se ha podido demostrar que la mezcla de aceite de oliva y aceite de sésamo resulta útil para tratar las quemaduras y la combinación de aceite de oliva y de espino amarillo aporta efectos positivos para la piel.
No se debe olvidar que aunque existen diferentes formas de obtener los aceites vegetales, aquellos que se obtienen por prensado en frío ofrecen mejores propiedades nutritivas que los aceites refinados, debido a que el prensado en frío no emplea tratamientos térmicos o químicos, que puedan alterar su composición y eficacia terapéutica.
En conclusión, es posible que se atribuyan de forma generalizada los beneficios del aceite de oliva para la piel porque se tienen en cuenta sus efectos nutricionales positivos, pero no debe olvidarse que los efectos reales del aceite de oliva sobre la piel pueden ser otros y es mejor informarse antes de elaborar productos que pueden no ser convenientes en ciertos casos.
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