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Precauciones del Pilates ante los problemas de espalda

Precauciones del Pilates ante los problemas de espalda

Escrito por Joan Bertran

Cómo actuar ante molestias físicas en Pilates

Si las molestias son leves hay que revisar la técnica de ejecución y hacer las oportunas correcciones. Si aun así persisten las molestias, se pueden probar modificaciones que ayuden al ejercicio. En el caso de que después de aplicar las modificaciones las molestias sigan siendo graves hay que detener el movimiento inmediatamente. Recuerda: siempre es mejor prevenir que curar. A medida que avancemos en el control físico y en la técnica, ejercicios asociados a molestias dejarán de presentarlas, con lo que podremos practicarlos. De todas formas, no es obligatorio hacer todos los ejercicios para obtener beneficios.

Si la sensación dolorosa es punzante, ardiente o aguda y permanece después de acabar el ejercicio hay que detener inmediatamente la práctica, ya que puede ser indicativo de una lesión. Lo más aconsejable será acudir a una consulta médica o fisioterapéutica para averiguar qué ha podido suceder.

No hay duda de que el método es beneficioso y seguro, pero existen situaciones que exigirán mayor atención y un cuidado específico, por lo que será primordial una buena evaluación previa del alumno para una actuación más segura de la práctica. Este es el caso de las personas que padezcan hernias u otros problemas de la columna, quienes deben consultar a su médico o fisioterapeuta para cerciorarse de que la práctica de Pilates es adecuada para su enfermedad y que no se produzcan agravamientos.

En caso de padecer algún tipo de alteración o ante cualquier lesión, el alumno debe consultar con un médico sobre la idoneidad del método para su estado físico en concreto.

Los alumnos que padecen alguna de las siguientes afecciones de espalda deben informar al monitor para que este ponga especial atención en la planificación de la sesión de ejercicios, teniendo muy presentes las contraindicaciones.

Hernia discal aguda

De forma resumida, se puede considerar que una hernia discal consiste en el desplazamiento del contenido gelatinoso del disco intervertebral a través del anillo fibroso que lo retiene en su interior. Puede darse en cualquier disco de las vértebras de la columna: cervicales, dorsales y lumbares. Son significativamente más comunes las hernias situadas en la zona lumbar, y concretamente las correspondientes al disco situado entre L5 y S1. Es el diagnóstico más general entre los individuos de 40 a 60 años con afecciones degenerativas de la columna.

Hay tres tipos de degeneración del disco intervertebral que pueden provocar dolor en la columna según el estado del tejido anular:

  • Protrusión: el anillo fibroso presenta una rotura por donde el núcleo pulposo es proyectado hacia fuera del centro (afuera o adentro), pero aún queda dentro.
  • Prolapso: el núcleo pulposo escapa a través del anillo fibroso, provocando un abultamiento anterior, posterior o lateral.
  • Hernia: el núcleo pulposo ha escapado totalmente del contacto con el disco.

Los ejercicios que impliquen flexión deben evitarse en los casos con prolapsos o hernias y realizarse con mucho cuidado en los que comporten protrusión. El movimiento de flexión comprime las vértebras, de forma que el núcleo pulposo es deformado y empujado hacia la zona posterior, con la posibilidad de que se presionen las raíces nerviosas y aparezca dolor lumbar y/o síntomas neurológicos en las piernas.

También se debe evitar estar demasiado tiempo en decúbito supino si se está en un proceso de recuperación de cualquiera de los tres casos anteriores. Si se permanece en esta posición durante más de 30 minutos y luego se flexiona la columna es más probable sufrir dolor. Por tanto, es preferible ir cambiando de postura.

Osteopenia y osteoporosis

Son enfermedades del sistema esquelético que se caracterizan por pérdida de masa ósea, convirtiendo a los huesos en muy frágiles. Los enfermos de osteoporosis presentan un alto riesgo de padecer fracturas y lesiones por traumatismos mínimos (toser, levantar peso, pequeñas caídas). Durante una sesión de Pilates podrían aparecer fracturas por bajo impacto, y las zonas con mayor riesgo son las vértebras, las manos, las muñecas y la cabeza del fémur.

La práctica de Pilates es muy beneficiosa para la osteoporosis; sin embargo, también entraña ciertos riesgos. Los alumnos con osteoporosis que ya hayan sufrido una fractura son más susceptibles de sufrir otras al cabo de un año.

En general, los practicantes diagnosticados de osteoporosis, osteopenia o que sean ancianos deben evitar ejercicios con gran amplitud de flexión del tronco, así como la rotación o la inclinación lateral al máximo de la amplitud del movimiento. Con una flexión excesiva, los cuerpos vertebrales osteoporóticos pueden someterse a demasiada compresión y fracturarse o fisurarse.

Se podrán practicar los ejercicios si se tiene la precaución de no llegar al máximo del movimiento. También hay que evitar la presión excesiva sobre las caderas para proteger la cabeza femoral.

Artrosis

Es una enfermedad degenerativa crónica de progresión lenta que afecta a las articulaciones. Se caracteriza por dolor, rigidez y alteraciones en la movilidad. Es muy común a partir de los 60 años de edad y se manifiesta principalmente en las rodillas, las caderas y las manos.

El método Pilates está muy indicado para los pacientes con artrosis, porque los ejercicios son de bajo impacto y se acondiciona a los músculos, que podrán sobrellevar mejor las cargas a las que están sometidos. De esta manera el cartílago no sufre tanto, al disminuir la sobrecarga.

Es muy importante hacer un buen calentamiento al inicio de la clase para que los músculos puedan proteger las articulaciones. Los movimientos no se deben extremar para no castigar las articulaciones. Los ejercicios que implican estiramiento son muy apropiados.

Bibliografía