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¿Qué es la osteopatía visceral?

¿Qué es la osteopatía visceral?

Escrito por Belén Rallo

Osteopatía

Antes de adentrarnos en la osteopatía visceral es importante hacer una pincelada para recordar qué es la osteopatía.

La osteopatía es un sistema de diagnóstico y tratamiento que enfatiza la integridad estructural y funcional del organismo. Defiende que el cuerpo es una unidad que tiene la capacidad de auto curarse; para ayudarlo, el osteópata utiliza técnicas manuales.

El objetivo de las técnicas osteopáticas es restaurar la movilidad normal de las estructuras, con el fin de ayudar al organismo a recuperar la salud. Existen muchas técnicas diferentes. La más conocida o más se nombra son las articulatorias a las que oímos llamar manipulaciones o técnicas manipulativas cuando son con thrust. Pero realmente la osteopatía usa otras técnicas como las técnicas de tejidos blandos, las técnicas con impulso y las de energía muscular. Todas ellas para tratar diferentes disfunciones según la estructura que vaya a tratar.

Aunque a veces se habla de tipos de osteopatía, esta denominación no es del todo correcta. Osteopatía solo hay una; lo que difiere es la forma de abordarla, el enfoque que se le da. Siempre hay que tener presente la visión del ser humano como un todo. Por eso, cuando hablamos de osteopatía visceral no hablamos de un tipo de osteopatía sino de la forma de abordarla. Veámoslo.

 

Osteopatía visceral

La osteopatía visceral es el conjunto de técnicas manuales dirigidas a diagnosticar y corregir las disfunciones de los órganos internos. El objetivo de estas técnicas es mejorar el funcionamiento de los órganos, así como disminuir el dolor referido y las disfunciones somáticas, cuando tienen su origen en dichos órganos.

Cuando decimos que se ocupa de los órganos internos nos referimos al sistema visceral que comprende los órganos del tórax, abdomen y pelvis (hay quien también incluye los del cuello). Esto abarca los sistemas respiratorio, cardiovascular, digestivo y genitourinario, con todos sus vasos sanguíneos y linfáticos y el sistema nervioso autónomo que los inerva.

Los órganos no están pegados como un bloque, sino que se mueven. Esos movimientos, junto con una adecuada vascularización e inervación por el sistema nervioso autónomo, son esenciales para que el órgano funcione correctamente.

Diversos procesos patológicos pueden provocar lo que llamamos una fijación o disfunción visceral: la víscera deja de ser libre en su cavidad y se «adhiere» a otra estructura, lo cual, si no se corrige, producirá un trastorno en su funcionamiento. El osteópata es capaz de detectar y corregir esa pérdida de movilidad y, por tanto, la función.

Por otro lado, cualquier problema visceral puede repercutir en el sistema musculo esquelético —y viceversa—, debido a la interconexión que existe entre todos los sistemas (a través de las relaciones anatómicas, fascias, el sistema nervioso y circulatorio, etc.).  Por tanto, a veces será necesario tratar las vísceras para solucionar, por ejemplo, un dolor lumbar; o, al contrario, manipular la columna para solucionar un síntoma visceral.

 

Veamos, de forma resumida, lo que la osteopatía visceral aborda:

  • La relación entre los órganos (articulación visceral):

Desde un punto de vista osteopático, las vísceras se comportan de manera similar a las articulaciones del sistema locomotor. Los órganos se relacionan mediante superficies de contacto que les permiten deslizar unos sobre otros. Tienen medios de unión y se mueven en torno a un eje y con una amplitud definida.

Toda víscera está cubierta por una serosa y se relaciona con otras estructuras a través de otra serosa, por medio de un líquido lubricante natural: es la articulación visceral.

Todo este sistema visceral tiene unos sistemas de sujeción que lo mantienen en su lugar y unos movimientos determinados que el osteópata puede percibir y corregir cuando se alteran.

  • Los sistemas de sujeción:

Las vísceras se mantienen en su lugar y los componentes articulares se fijan entre sí mediante cinco sistemas: Sistema de la doble hoja, Sistema ligamentoso, Mesos, Epiplones y Turgencia y presión intracavitaria.

  • Fisiología del movimiento de los órganos:

Las vísceras pueden moverse en su cavidad, dentro de unos límites. Es decir, las articulaciones viscerales, al igual que las del aparato locomotor, tienen una movilidad definida, en torno a unos ejes y con unas amplitudes específicas. Se distinguen tres tipos de movimientos: motricidad, movilidad y motilidad.

  • La disfunción visceral:

La disfunción visceral se define como “una alteración de la movilidad o la motilidad de un órgano y los elementos que se relacionan con él: fascia y sistemas neurológico, vascular, músculo esquelético y linfático”.

Por tanto, en esencia, las disfunciones viscerales se pueden comparar con las disfunciones somáticas articulares: ambas se caracterizan por una restricción del movimiento. Esta limitación tendrá consecuencias tanto locales como a distancia, en otras zonas del cuerpo con las que se relaciona el órgano a través de sus relaciones metaméricas, fasciales, etcétera.

La restricción de los movimientos fisiológicos de las vísceras, es decir, las disfunciones viscerales, se clasifica en restricciones articulares, laxitudes ligamentosas (ptosis), restricciones musculares (espasmos viscerales) y alteraciones de la motilidad.

  • El diagnóstico osteopático visceral:

Aunque con peculiaridades, en general el proceso de diagnóstico osteopático visceral sigue los mismos pasos que el diagnóstico en osteopatía. De hecho, la osteopatía es una sola, que entiende al sujeto como un todo. Por tanto, la valoración visceral está integrada en la evaluación global del paciente.

Al igual que en el abordaje estructural de la osteopatía, el proceso diagnóstico pretende detectar los problemas que pueden tratarse con la osteopatía y descartar los que no. Tendremos que localizar el órgano disfuncional y lo que le ocurre, así como otras posibles disfunciones asociadas a la del órgano, para así decidir cómo lo tratamos.

  • El tratamiento osteopático visceral:

Las técnicas osteopáticas viscerales ocupan tratados de cientos de páginas. Las particularidades anatómicas y fisiológicas de cada órgano implican que se traten de forma distinta. Además, existen muchas corrientes de osteopatía visceral, que abordan el tratamiento de manera diferente y que se complementan entre sí.

El objetivo del tratamiento visceral es, una vez que se ha identificado un órgano como causa de los síntomas, devolverle la motilidad y la movilidad para permitir al cuerpo restablecer su función normal, conforme al principio de autocuración. Para ello se precisa tiempo, por lo que pueden pasar de 2 a 4 semanas entre cada sesión de tratamiento.

Para escoger la técnica adecuada, hay que tener en cuenta el tipo de disfunción visceral (adherencia, fijación, ptosis, visceroespasmo o alteración de la motilidad) y las características del paciente. Existen muchos tipos de técnicas: directas, indirectas, circulatorias, de inducción y de tratamiento de los puntos reflejos de Chapman, entre otras.

¿Qué te ha parecido? Interesante, ¿verdad? Piensa a cuántas personas que padecen problemas y dolores viscerales y de otras partes del cuerpo, que la medicina tradicional no es capaz de curar, se pueden llegar a tratar y conseguir mejorar su calidad de vida gracias a la osteopatía visceral. ¿Te has quedado con ganas de saber más? Pues anímate a estudiar.