Podríamos decir que hay tres tipos de practicantes de Pilates embarazadas. Las primeras son aquellas que ya practicaban Pilates antes de quedar embarazadas. Las segundas son mujeres que comprenden durante el embarazo que quieren tener un mayor contacto con ellas mismas y con el ser que llevan dentro. Finalmente, el último grupo tiene un interés más dirigido hacia una perspectiva terapéutica o higiénico-terapéutica. De todo esto podemos concluir que, en general, el enfoque será bidimensional: por un lado, se centrará en aspectos que lleven a estas practicantes hacia una mayor toma de conciencia y, por otro, buscará una dinámica que beneficie al embarazo, a la embarazada y al futuro parto.
En el caso de las embarazadas lo principal que debemos tener en cuenta a la hora de adaptar la práctica es la transformación corporal que se irá produciendo a medida que avance la gestación. Una de estas modificaciones será la reducción de la capacidad pulmonar. No hay que descuidar que aparecen importantes cambios hormonales y que esto puede afectar al estado de ánimo y a la emocionalidad de las practicantes. Además, en la mayoría de los casos aparecen importantes inquietudes relacionadas con la inminente maternidad, con la salud y bienestar del feto o con el parto.
Debemos que tener claro que el embarazo no es una enfermedad. Sin embargo, por ser un momento de cambios en el cuerpo, es útil seguir una serie de precauciones en la práctica del Pilates cuando una mujer está embarazada:
Es importante entender el ritmo como uno de los factores más importantes a la hora de trabajar con embarazadas. Se producen importantes cambios corporales en muy poco tiempo, lo que lleva en muchas ocasiones a que la mujer se vea obligada a ralentizar cualquier acción que realice. Por tanto, una clase con embarazadas ha de responder a este ritmo. Además, debe procurarse minimizar los esfuerzos basados en resistencia.
La mayoría de los ejercicios deberán adaptarse a la situación de la embarazada, a medida que el embarazo avance. En los primeros 3 meses, especialmente si hay riesgo de aborto, deben evitarse los ejercicios sobre la cabeza, donde se invierte la gravedad. Durante todo el embarazo hay que procurar minimizar cuanto implique fuerza o resistencia. Hay que evitar las contracciones abdominales especialmente a partir de la semana 13. Se limitarán las flexiones hacia delante, siempre evitando la compresión abdominal. Al realizar cualquier ejercicio que implique un giro o torsión, el vientre deberá estar siempre hacia delante. Hay que evitar las pausas respiratorias, tanto a pulmón lleno como a pulmón vacío.
Para este colectivo es muy útil la utilización de materiales, como bandas elásticas, aros, bloques, fitball, cojines y sillas. El objetivo de estos elementos debe ser fundamentalmente evitar que la embarazada realice un esfuerzo innecesario, tanto para la zona abdominal como sobre su espalda. También serán útiles para fijar algunas zonas mientras se realizan los distintos ejercicios, para evitar sobre esfuerzos, malas posturas o simplemente para ayudar en la relajación de una parte del cuerpo. Finalmente, también son útiles para mantener algunas posiciones que sin estos elementos podrían resultar difíciles.
Toda práctica de yoga va dirigida a encontrar el equilibrio. Para alcanzarlo un aspecto clave es la correcta circulación y distribución de la energía vital.
¿Qué sentido crees que puede tener la elevación de la energía que persigue el yoga? ¿Cuáles son las prácticas que pueden ser más efectivas? Sigue leyendo para descubrirlo
La entrevista previa en pilates es clave para determinar las necesidades y limitaciones de todos los practicantes. En el siguiente artículo desgranamos como realizarla.
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