Mindfulness: ¿qué es?
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El frenesí que impone el ritmo de vida actual ha aumentado la demanda de prácticas relacionadas con la relajación y la autoconsciencia. Y entre ellas ha despuntado una, la atención plena, que enseñamos en nuestro Curso de Mindfulness.
Su origen se sitúa en el budismo y tiene la meta de dejar la mente en calma. O lo que es lo mismo, concentrarse plenamente en el instante que se está viviendo. ¡Vamos a profundizar en el tema!
El mindfulness, una práctica milenaria
Junto al yoga y el pilates, el mindfulness es una de las técnicas a las que las personas suelen recurrir para relajarse. Sus ejercicios se enfocan en dominar los pensamientos y traerlos al presente, observándolos sin juzgarlos de ninguna forma.
El mindfulness entrena la atención para concentrarla en el aquí y el ahora
Las principales escuelas también señalan la consciencia total del entorno como otra de las patas de su filosofía. Pero su razón de ser más trascendente es el conocimiento de uno mismo que permite, así como la aceptación personal y la comprensión de las pautas de comportamiento que tengamos integradas.
Además de ser adecuado para todo tipo de personas, se trata de una técnica muy accesible. Los principiantes pueden iniciarse por su cuenta o con un instructor, y vivir con más calma y paz tras un número adecuado de sesiones.
Tipos de mindfulness
En general, es posible distinguir dos clases de mindfulness: el activo y el pasivo. Se diferencian en función de si permiten o no estar realizando alguna tarea mientras dura la práctica, y pueden alternarse según las circunstancias en las que se encuentre el usuario:
- Mindfulness pasivo: para llevarlo a cabo, hay que permanecer completamente inmóvil. Todos los esfuerzos se concentran en “domesticar” la atención, sin hacer ninguna actividad secundaria.
- Mindfulness activo: una vez interiorizadas las técnicas del mindfulness pasivo, es posible pasar a esta variante. Consiste en aplicarlo a situaciones del día a día, como, por ejemplo, concentrarse de forma plena en las sensaciones al lavar los platos.
¿Qué es el mindfulness?: objetivos de esta práctica
Ahora que ya sabes qué es el mindfulness, es el momento de profundizar en sus metas. El estado mental que proporciona se ramifica en distintos puntos, como mayores dotes analíticas o una capacidad de desapego superior.
Grosso modo, lo cierto es que todos podrían resumirse en uno: fomentar el bienestar de las personas, ofreciéndoles los instrumentos necesarios para dominarse. A continuación, vamos a detallar pormenorizadamente esa filosofía. ¡Acompáñanos!
Aumento de la imparcialidad
Gran parte de lo que es el mindfulness se basa en observar. No emitir opiniones, sino contemplar las emociones y pensamientos como si no estuvieran ocurriendo en nuestro interior.
Al comportarnos más como espectadores y menos como jueces, se obtiene una perspectiva de los acontecimientos más cercana a la realidad. Además, se gestionan mejor los sentimientos y las preocupaciones.
Aceptación personal
Esta técnica se centra en controlar la mente, por lo que aquellos que la practican están más conectados consigo mismos. Al dedicar un tiempo a analizar las propias experiencias, aumenta el autoconocimiento y la comprensión personal.
Serenidad y aguante
Permanecer quieto durante 20 o 30 minutos— la duración de una sesión promedio de mindfulness— entrena inevitablemente la paciencia. Es otro de los propósitos que se persigue cuando se practica: tener más capacidad de aguante y ceder menos ante las frustraciones cotidianas.
Diferencia entre mindfulness y meditación
En muchas ocasiones, se utiliza como sinónimo la palabra “meditación” para explicar qué es el mindfulness. Ambas técnicas están intrínsecamente relacionadas, pero no coinciden en el 100% de los aspectos.
La connotación que rodea a cada una, sus posibilidades y sus metas difieren, aunque es evidente que, para alcanzar el mindfulness, hay que meditar. Puede resultar un poco confuso, así que vamos a desarrollarlo con más calma en los siguientes apartados.
La base
Tanto la meditación como el mindfulness proceden del budismo. Sin embargo, y al contrario que la primera, la técnica que nos ocupa se ha desligado de cualquier tipo de espiritualidad.
La religión no juega ningún tipo de papel en el mindfulness. Solo se trata de dirigir la atención de manera correcta, mejorando la salud, mientras que meditar se basa en la paz de espíritu y la cercanía con las figuras sagradas.
El propósito
Durante todo este artículo hemos hablado de concentración. Es decir, que el mindfulness no pretende deshacerse de los pensamientos, sino ser capaz de controlarlos. Por el contrario, al meditar se busca vaciar la mente. No hay atención que redirigir, porque no se debe estar reflexionando sobre nada.
La aplicación
Si miramos la aplicación que ofrece en el día a día, podemos concluir que meditar es más limitado. El mindfulness que es activo se practica sin problemas en situaciones cotidianas, pero la meditación impide llevar a cabo cualquier otra tarea.
Perfiles para los que el mindfulness es recomendable
¿Quién puede practicar el mindfulness? La respuesta es todo el mundo. Entrenar la atención es adecuado para cualquier edad y no requiere una condición física determinada. Ahora bien, la técnica resultará mucho más beneficiosa en algunos perfiles específicos, como, por ejemplo, las personas que presentan cuadros de ansiedad o que sufren ataques de pánico.
También se recomienda para los enfermos crónicos y aquellos que experimentan insomnio con frecuencia. A los deportistas, que tienen que convivir con un alto nivel de exigencia, les aportará recursos para enfrentarse a las competiciones y aumentar su rendimiento.
Las personas ansiosas o con enfermedades crónicas encontrará en el mindfulness muchos efectos positivos
Del mismo modo, puede ser un complemento muy interesante para los profesionales sanitarios. Incluso podemos hablar de determinadas etapas en las que el mindfulness marcará un punto de inflexión, como la adolescencia.
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