Claves de la enseñanza de taichí y chikung

El taichí chuan y el chikung se transmitían en el pasado en círculos cerrados y de forma muy personalizada. Se creaba así un fuerte vínculo entre maestro y alumno en el que este se sometía a un periodo de prueba que podía durar años, sin que tuviese la garantía de poder superarlo.
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La aceptación del estudiante de taichí y chinkung
Solamente cuando el maestro decidía que el alumno era digno de recibir su enseñanza, comenzaba a explicarle todos los elementos y detalles del arte. Al resto de los practicantes se les enseñaba una práctica centrada en las bases. En el mejor de los casos, el maestro transmitía una pequeña selección de conocimientos dirigidos a solventar las necesidades concretas que tuviera cada alumno en función de sus características. Así, a lo largo de la historia, muchos maestros de taichí chuan ayudaron a mejorar la salud de sus discípulos, mientras que otros se dedicaron a la instrucción de las técnicas de combate con y sin amas.
Los maestros diseñaron entrenamientos específicos en función de sus alumnos, obviando partes que no resultaban de utilidad para ciertos grupos. Por ejemplo, en el caso de los soldados, es improbable que necesitasen conocer completamente el programa técnico de cada estilo; del mismo modo, en la vida castrense era difícil que la salud se viera afectada por las consecuencias del sedentarismo. Sin embargo, atesorarían los conocimientos sobre estrategia militar, técnicas marciales, manejo de armas, medicina aplicada a las lesiones producidas durante el adiestramiento y chikung para fortalecer el cuerpo.
Los alumnos de corte más intelectual, con cultura suficiente como para realizar una aproximación a los fundamentos teóricos del arte, seguramente necesitarían adquirir conocimientos adicionales sobre filosofía, medicina o anatomía en función de su particular acercamiento. Para ellos, es posible que ciertos conocimientos centrados en la supervivencia durante las batallas les resultasen innecesarios, aunque tal vez sí les fuese útil desarrollar habilidades que les permitiesen sobrevivir a un duelo.
La especialización hoy en día
Si la especialización estaba entonces indicada para los practicantes, con mucha más razón lo está en nuestra época, cuando no se dispone apenas de tiempo para entrenar, y cada persona está sometida a circunstancias muy diferentes en cuanto a su estado físico, actividades e intereses. Puesto que el taichí chuan es un arte a largo plazo, es interesante centrarse en el tipo de logros que uno busca y desechar el resto.
No obstante, todo aquel que se especialice debería perseguir la excelencia. Se parte con la ventaja de obtener en un periodo razonable los beneficios ya consolidados del estilo y se dispone de tiempo para mejorarlos o aumentarlos. Además, los herederos de cada estilo pueden aprovechar mejor los progresos que alcanzan los especialistas.
Se podría pensar que el estudio de una faceta es mucho más recomendable que el aprendizaje de un estilo completo. Esto quizá sea cierto respecto a la práctica personal, pero no así en el caso de la enseñanza. La transmisión de un estilo nunca debería proceder de un especialista, dado que a su interpretación le faltará visión de conjunto. Podrá mostrar los aspectos que conoce, pero difícilmente corregirá en un alumno errores que, aun afectando a su parcela, tengan origen en otra.
Por ejemplo, si un experto en aplicaciones marciales desconoce el resto del estilo, no será capaz de corregir a un alumno cuyo fallo proceda de una respiración incorrecta. Aunque el experto sepa cuál es el problema, si él mismo no lo ha sufrido, carecerá de las herramientas para solucionarlo. Y un experto en meditación que desconozca el aspecto marcial carecerá de las herramientas fundamentales para fortalecer el ánimo de un alumno inconstante o tímido.
Sin embargo, quien conoce las sutilezas del arte completo, podrá ayudar incluso a los alumnos que tengan problemas diferentes a los que él vivió durante su aprendizaje, pues contará con las herramientas necesarias para hacerlo.
Dos errores comunes al enseñar
En nuestros días, en la enseñanza del chikung y el taichí chuan se cometen dos errores que, por lo general, se agravan por darse conjuntamente.
Por un lado, los alumnos se someten a un entrenamiento global, donde todo el mundo quiere saberlo todo. Así, un discípulo sin especial dedicación podrá conocer todas las formas de su estilo y también múltiples sistemas de chikung. Es decir, intentará abarcar algo que no es posible conseguir sin una dedicación plena.
Por otro, se descuida el entrenamiento básico, de manera que la práctica carece de cimientos que la consoliden. Esto constituye una pérdida de tiempo para el practicante, que, a pesar de sus esfuerzos, alcanza habilidades y logros muy limitados. Y aún es peor para el arte, que gradualmente va perdiendo calidad y profundidad, pues son pocos los que intentan escapar a esta tónica generalizada.
Muchos maestros no son ajenos a este tipo de formación incorrecta, cuyo método de enseñanza es poco adaptable, pues intentan a toda costa pasar la totalidad de su conocimiento a todos sus alumnos con la esperanza puesta en que alguno de ellos sea capaz de tomar el testigo y continuar con la tarea de transmisión. Probablemente este compromiso debe seguir recayendo en unos pocos elegidos, tanto para lo bueno como para lo malo, disfrutando el resto de las ventajas y no de sus complicaciones.
¿Qué piensas sobre los errores principales en la enseñanza del taichí? ¿Es algo que has podido experimentar?