Vínculo entre maestro y practicante en el taichí chuan
Una de las mayores responsabilidades que adquieren los practicantes de chikung y taichí chuan es la importante labor de transmitir al mundo parte del conocimiento aprendido para contribuir así a que otras personas puedan también iniciar su aprendizaje. En este punto el practicante deviene maestro.
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Relación maestro-practicante en taichí
Cuando se alcanza determinado nivel, el practicante sabe que está preparado para empezar a enseñar a otros una parte de su saber. Guardarse para uno mismo las enseñanzas recibidas por los que fueron sus maestros es un acto de egoísmo que un buen practicante de taichí chuan y chikung no puede permitirse.
Así como se dice que cuando el alumno está preparado, el maestro aparece, también sucede lo contrario: cuando el maestro está preparado, el alumno aparece. Por tanto, no hay que tener miedo de lanzarse a la aventura de enseñar y transmitir el conocimiento adquirido, sabiendo además que nunca habrá situaciones comprometidas que no se puedan resolver. Además, el maestro también aprende y se enriquece con cada nuevo alumno, siendo también una gran experiencia que puede compartir.
La preparación de la clase de chikung o taichí chuan
Cuando el maestro empieza a preparar un curso de chikung o taichí chuan, en el mismo momento en que lo crea en su mente, debe ir dándole forma, proyectándolo y configurándolo con ilusión. Al mismo tiempo, y durante el periodo anterior al curso, debe practicar las diversas técnicas de trabajo con la energía chikung manteniendo la vitalidad lo más elevada posible.
Por otro lado, y en función del curso que haya que preparar, es interesante realizar un guion con la distribución del tiempo y las distintas actividades que se quieren realizar. En cada uno de los niveles hay una serie de conocimientos básicos que hay que enseñar al alumno, pero aparte de los conocimientos básicos que forman parte de la enseñanza, cada maestro puede añadir las técnicas que considere oportunas y que crea que debe transmitir.
Como regla general, una clase debe comenzar con unos minutos para centrar la mente y continuar con ejercicios suaves antes de pasar a ejercicios más específicos de chikung. Tras el inicio de la clase, un poco de auto-masaje energético para limpiar la estructura energética puede ayudar a liberar el cuerpo de las tensiones emocionales acumuladas durante el día. A continuación, se inician las prácticas de chikung propiamente dichas, que se elegirán en función del nivel del alumnado, aunque siempre es interesante ir poco a poco, introduciendo los diferentes ejercicios y tratando de hacer la clase amena y efectiva.
Al acabar el chikung se da paso a la práctica de las diferentes formas, como la de trece movimientos del estilo yang o la de dieciocho del estilo chen, pero siempre sin prisa, recordando que la práctica no consiste en coleccionar movimientos, sino en trabajar internamente para mejorar la calidad de vida en todos los sentidos. Para terminar, se recomienda realizar un mínimo de diez minutos de meditación si la clase se realiza a última hora de la noche; en caso contrario, se puede hacer la meditación al empezar la clase o bien un masaje por parejas para distribuir el qi por el cuerpo y su estructura.
Ejercicios según la estación del año
También es importante planificar los ejercicios en función de la estación anual en curso con el fin de mejorar las funciones de los órganos que rigen en cada momento del año.
Una planificación anual puede ser la siguiente:
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Invierno:
Práctica muy suave, de recogimiento, dando prioridad a la meditación y al chikung. Las formas de taichí han de practicarse con suavidad y lentitud, como una meditación en movimiento.
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Primavera:
Práctica un poco más intensa, pero igualmente suave. El cuerpo despierta tras el recogimiento invernal y el qi acumulado empieza a circular, por lo que se da prioridad al estiramiento de meridianos, a la madera y a ejercicios para el hígado. Las formas se practican con posturas a media altura, de forma suave, amable y ligera.
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Verano:
Práctica vigorosa, como la actividad estival marcada por el elemento fuego del corazón. Se da prioridad al chikung con meditaciones al final de la práctica para equilibrar el qi. Las formas se practican con velocidad, potencia y gran expresividad.
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Otoño:
Práctica suave, con el fin de preparar el cuerpo para el invierno, incidiendo en el chikung. Las formas se practican con moderación, cuya potencia ha de estar en función de las preferencias personales de cada practicante.
Al igual que la mayoría de otras disciplinas como el chikung, el taichí chuan se transmitía en el pasado en círculos cerrados y de forma muy personalizada. Se creaba así un fuerte vínculo entre maestro y alumno.
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