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Técnicas de observación, concentración y meditación en el Yoga

Técnicas de observación, concentración y meditación en el Yoga

Escrito por Joan Bertran

Tradicionalmente el Yoga se ha sistematizado como un camino óctuple, de ocho pasos, de manera que si se va caminando por cada uno de sus peldaños se asciende hacia un estado superior de consciencia. No se trata de nada mágico ni misterioso, sino de un potencial humano que podemos desarrollar para vivir más plenamente, con serenidad y harmonía.

Los ocho pasos del Yoga

Los ocho pasos del Yoga son los siguientes:

  • Yama (regulaciones) y Niyama (disciplinas) asientan las bases actitudinales para poder avanzar hacia estadios superiores.
  • Después vienen Asana (posición física y mental estable y cómoda) y Pranayama (regulación de la energía vital a través de la respiración).
  • A partir de aquí pasamos a los pasos de mayor introspección, como son Pratyahara (observación o interiorización), Dharana (concentración) y Dhyana (meditación).
  • El octavo paso, más que una práctica en sí es el resultado del trabajo con los siete pasos precedentes, que a base de ejercitarlos nos pueden llevar a alcanzar el estado de Samadhi o realización (un equivalente al Nirvana del Budismo, que quizás nos suena más).

Observación, concentración y meditación en el Yoga

Por lo tanto, vemos que la observación o interiorización, la concentración y la meditación son ya pasos avanzados (concretamente los pasos quinto, sexto y séptimo) y difícilmente podremos alcanzarlos si no hemos trabajado antes los cuatro escalones que les preceden. Estas tres palabras nos pueden parecer muy similares porque realmente son conceptos que están muy ligados entre sí.

  1. La interiorización se define como la capacidad de replegar los sentidos, es decir, de dejar de estar todo el tiempo pendientes de lo que pasa afuera y conseguir tomar consciencia de lo que ocurre dentro nuestro.
  2. La concentración es la habilidad de focalizar nuestra mente en un objeto (físico o simbólico). Normalmente estamos con la mente dispersa, pendiente de muchas cosas y de ninguna, de manera que nos agotamos muchas veces antes de cumplir nuestros objetivos. Por lo tanto, aquí de lo que se trata es de aprender a dirigir toda nuestra capacidad de atención hacia un punto o acción, de tal forma que ganaremos en eficacia y ahorro de energía.
  3. Y después viene la meditación y digo “viene” con toda la intención, ya que la meditación no es algo que hagamos sino algo que llega cuando creamos las condiciones necesarias. Es como el sueño, que no lo hacemos sino que se da cuando bajamos nuestro ritmo de actividad, nos metemos en la cama y nos relajamos. En el caso de la meditación, estas condiciones necesarias son precisamente los pasos de los que hemos hablado antes. Es decir, si ejercitamos la interiorización y la concentración podemos llegar a alcanzar estados meditativos.

Ejercicios de observación y concentración que nos lleven a la meditación

Como decíamos antes, la interiorización, la concentración y el consiguiente estado de meditación  no son conceptos abstractos místicos, sino que son potenciales de la mente humana que muchos estudios han demostrado que pueden desarrollarse con la práctica y aportan grandes beneficios psíquicos y físicos. Las maneras de desplegar estas posibilidades son muy diversas, pero al final siempre se resumirán en práctica, práctica y más práctica. Nuestra  mente se rige por hábitos, de manera que cuanto más arraigada esté una costumbre o actividad, más fácil nos será percibir sus resultados. Para empezar, podemos aplicar los ejercicios que detallamos a continuación:

  • Observación de la respiración: La respiración es el regalo más preciado que tiene el ser humano, nos da energía y vida. Dediquemos unos momentos a observarla. Nos sentaremos en una posición cómoda, sea en el suelo o en una silla, tratemos que la columna vertebral esté lo más vertical posible y que la posición sea lo suficientemente cómoda como para poderla mantener unos minutos. Cerremos los ojos y sintamos como el aire entra y sale por nuestra nariz de forma natural. Lo más importante ahora mismo es nuestra respiración y le dedicamos toda nuestra atención. Si la mente se va hacia pensamientos u otras distracciones, imagínate que el pensamiento o distracción es una nube que es arrastrada por el viento. Y vuelves a focalizarte conscientemente en la respiración. Para no agobiarte puedes empezar con breves prácticas de uno o dos minutos y con el tiempo ir aumentando la duración a medida que el cuerpo te lo pida.
  • Focalización en una vela: En este caso, también partimos en posición sentada y colocaremos una vela delante nuestro. Dirigimos la mirada fijamente hacia la llama de la vela durante unos segundos. Después cerramos los ojos y tratamos de visualizar la imagen de la llama en nuestra frente. Cuando la imagen desaparece volvemos a abrir los ojos y a fijarlos en la vela, repitiendo este proceso las veces que nos apetezca. Notaremos que nuestra mente se repliega y se focaliza.

Los ejercicios para desarrollar la capacidad de concentración e interiorización y llegar a la meditación son muy diversos. En función de nuestras características y preferencia encontraremos que algunas prácticas nos van mejor que otras. Si un ejercicio no nos gusta o no conseguimos centrarnos no debemos preocuparnos. Simplemente probemos con otro que pueda adaptarse más a nuestro perfil. Y así iremos trazando nuestro propio camino hacia la meditación y la realización como seres humanos, para tener una vida más plena.

¿Has practicado alguno de estos ejercicios? ¿Conoces otras técnicas de observación, concentración y meditación? Cuéntanos tu experiencia.

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