Cómo ajustar las posturas de yoga

Tradicionalmente la práctica del yoga se ha transmitido de manera oral, dando las instrucciones necesarias para su correcta realización. También es muy habitual hacer uso de las demostraciones por parte del monitor, que realiza las posturas para que los alumnos puedan entenderlas mejor. Así mismo, también existe la posibilidad de hacer correcciones, si vemos que las instrucciones anteriores no han funcionado. En este caso, más que usar la palabra corrección, me gusta emplear el verbo ajustar, que implica mejorar la postura sin ninguna connotación negativa.
Tabla de contenidos
¿Cómo enseñamos las posturas de yoga?
Pongámonos en situación. Si durante una sesión se observa que la mayoría está siguiendo correctamente y solo un individuo o un pequeño grupo es el que no ha comprendido la práctica, ¿Qué hacemos? En estos casos resulta muy útil acercarse a ellos y proceder a realizar ajustes individuales, ya sean verbales o con correcciones táctiles. Por ejemplo, si le decimos a un practicante que entre la barbilla y parece que no lo entiende, podemos acercarnos a él y con una mano y de forma suave presionar su barbilla hacia dentro, de manera que el practicante puede entender algo que verbalmente o con la observación no conseguía comprender. De todas formas, cabe tener mucha precaución al utilizar este tipo de correcciones y nunca debe aplicarse sobre zonas como los pechos, las nalgas o el pubis.
Vemos, por lo tanto, que al enseñar asanas, o posturas de yoga, utilizamos principalmente tres medios para orientar a los estudiantes a la hora de seguir la clase:
- La demostración visual
- Las indicaciones verbales
- Las instrucciones táctiles
En la medida que tengamos claro lo que tratamos de comunicar, cualquiera de estos tres medios sirve para guiar, ajustar y perfeccionar las posturas y movimientos.
Como profesor o profesora de yoga, la misión es orientar e inspirar a los practicantes en su desempeño personal, hasta que lleguen a un punto en el que puedan seguir practicando durante su vida guiados por el mejor de todos los maestros: el que habita en nuestro interior.
En general a la hora de enseñar y en particular a la hora de ajustar, no existe un método, una técnica ni un conjunto de reglas que sean los correctos y sirvan para todo el mundo. Como dijo Aristóteles “cuanto más sé, más consciente soy de mi ignorancia”. Sin embargo a partir de nuestra experiencia y la de otros profesores, así como la práctica continuada, iremos encontrando nuestras propias claves.
Aunque inicialmente es probable que nos sintamos más a gusto con las demostraciones visuales y las indicaciones verbales, en el caso que decidamos con el tiempo realizar ajustes táctiles, debemos valorar el potencial de esta herramienta, ya que:
- Aclaran una instrucción verbal o visual.
- Proporcionan una sensación de apoyo.
- Llevan consciencia a una parte del cuerpo que estaba descuidada.
- Ayudan a estabilizar, facilitar o profundizar en la postura.
- Pueden proporcionarte información más precisa del estudiante.
Cada persona es distinta y debemos tener en cuenta que el mismo ajuste puede ser aceptable para un estudiante, mientras que otro puede percibirlo como una invasión de la intimidad. Por ello debemos preguntar siempre a la persona afectada antes de ajustar y permanecer alerta para captar como se sienten los practicantes.
A partir de aquí, podemos entrar en los siete principios sobre la enseñanza con las manos:
- Enseña lo que sabes: reconocer lo que sabemos y lo que no sabemos nos capacita, aceptando lo que somos en el momento presente.
- Pide permiso para tocar: respetar los límites personales es una cuestión de respeto fundamental hacia los demás.
- Ten un propósito claro: sepamos nuestra intención y las posibilidades del estudiante antes de abordar cualquier ajuste. Es recomendable negarse a hacer ajustes fuertes o agresivos aunque nos lo pidan.
- Muévete con la respiración: sintonizamos con el ritmo de la respiración del estudiante, para asegurarnos que nuestras instrucciones sigan su respiración.
- Respeta la seguridad biomecánica: orientamos y fomentamos el movimiento activo de las articulaciones para que creen movimiento antes de plantear un movimiento pasivo (ajuste manual). Evitaremos presionar las articulaciones, los órganos vulnerables y las posibles zonas dañadas, descubriendo las zonas más naturales para sostener el cuerpo en una postura determinada.
- Enseña los elementos esenciales de las asanas. Debemos transmitir principios como la comodidad, la firmeza, el alineamiento y las transiciones.
- Ayuda a mantener una base firme: partiendo tú, como monitor, de una base estable a la hora de ajustar: Así puedes transmitir firmeza a la postura del estudiante.
Sin olvidar que siempre debemos preguntar si el practicante sufre alguna lesión o circunstancia física significativa, nos mantendremos observantes de su lenguaje corporal, expresión facial y respiración.