El sentido de asana y pranayama en el yoga

Aunque se trate de palabras en sánscrito, el antiguo idioma de la Índia, es probable que los vocablos asana y pranayama al menos nos suenen. Pero muchas veces la información que nos ha llegado recoge solo una parte de la profundidad que contienen estos dos conceptos.
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Profundizando en el yoga
Seguramente nos sonará la palabra asana como sinónimo de postura de yoga y pranayama como equivalente a los ejercicios de respiración que se realizan en las sesiones. Y aunque no vayamos del todo errados, estaremos viendo solo la punta del iceberg, perdiéndonos lo más profundo y vital que nos revelan estos dos conceptos.
Si yama y niyama son los dos primeros eslabones y la base para la práctica del yoga, asana y pranayama son los pasos que les siguen. Según la sistematización del sabio de la antigüedad llamado Patanjali, concretamente asana es el tercer paso del yoga y pranayama el cuarto, de un total de ocho pasos.
El sentido de asana como tercer paso del yoga
El tercer paso del yoga es conocido con el nombre sánscrito de asana. Como hemos dicho, si de algo nos suena esta palabra es porque a menudo se utiliza como sinónimo de ejercicio o postura en la práctica física o Hatha Yoga. Este uso no es incorrecto, pero cuando hablamos de asana dentro del sistema global del yoga, el sentido de la palabra es más amplio.
Asana, podríamos decir en mayúscula, es una actitud y posición estable a nivel físico, mental y emocional. Hablamos aquí de una estabilidad física en el ejercicio del Hatha Yoga y en la práctica de la meditación, pero sobretodo de un equilibrio emocional respecto a nuestras relaciones sociales y personales y un equilibrio mental respecto a las ideas y pensamientos.
La práctica física del yoga, por lo tanto, no es imprescindible ni un fin en sí misma, aunque si se realiza de manera adecuada y respetuosa favorece el equilibrio también en nuestro estado emocional y mental. Incluso en las antiguas escrituras se menciona que tras 10 años de práctica ininterrumpida del Hatha Yoga o yoga físico, los tejidos de nuestro cuerpo están completamente regenerados y sanos.
Para mantener la estabilidad es necesaria una continuidad de esfuerzo a lo largo de la vida, que nos abrirá el camino para acceder a los siguientes pasos del yoga como la interiorización o la meditación.
El sentido de pranayama como cuarto paso del yoga
Con la palabra pranayama ocurre algo parecido que con Asana, nos ha llegado sólo una parte de su significado. La mayoría de nosotros hemos escuchado hablar del pranayama en las clases de Hatha Yoga para hacer referencia a los ejercicios específicos de respiración, que se combinan con los ejercicios físicos o asanas.
En realidad, pranayama es una composición de dos palabras sánscritas: Prana quiere decir “energía vital” y Yama significa “regulación”. Por lo tanto, una primera definición más precisa que la anterior del cuarto paso del yoga o pranayama sería “la regulación de la energía vital”.
Prana igualmente se entiende como “la pulsación” que existe en el espacio, en nuestro cuerpo, en todos nuestros órganos. Desde este punto de vista, también podríamos describir acertadamente pranayama como “el arte de regular las pulsaciones de nuestro cuerpo”.
Beneficios derivados de asana y pranayama
Entre los beneficios más importantes que los estudios han atribuido a la consecución de asana y pranayama podemos destacar los siguientes:
– Mejora la captación de oxígeno y la eliminación de dióxido de carbono.
– Equilibra el flujo de energía física y mental.
– Incrementa el nivel de energía.
– Mejora la circulación sanguínea
– Mejora la circulación de los fluidos hacia los tejidos corporales.
– Estimula en proceso digestivo
– Purifica la sangre
– Ayuda a eliminar bloqueos
– Proporciona claridad mental y mejora la memoria
– Aporta calma y tranquilidad
Como es lógico los ocho pasos del yoga describen un camino ascendente y la maestría en cada uno de ellos nos lleva a multiplicar los beneficios de los anteriores. De manera que asana y pranayama son complementarios y nos vienen a decir que con una mente estable y confortable (que trabajamos en el tercer paso del yoga, asana) podemos sentir como nuestra respiración nos conduce a la observación de la pulsación (cuarto paso del yoga o pranayama), un fenómeno que no hacemos intencionadamente sino que ocurre de forma espontánea a través de la práctica regular. Al contactar con esta pulsación, tomamos consciencia de un proceso profundo de nuestro ser, que nos acerca a los siguientes cuatro pasos del yoga, denominados avanzados, que son la interiorización, la concentración y la meditación y la realización.
¿Habías escuchado hablar de este sentido más profundo de asana y pranayama? ¿Cómo te parece que puedes aplicar estos conceptos a tu vida diaria y a tu práctica de yoga?
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