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Inteligencia emocional en el aula: cómo trabajarla

Inteligencia emocional en el aula: cómo trabajarla

Escrito por Alicia Pardo Crego

Comprender nuestros propios sentimientos y los ajenos es una habilidad útil en cualquier etapa de la vida. Ayuda a gestionar las frustraciones, mejora la salud mental y permite establecer vínculos más fuertes con otros seres humanos. Si se trabaja en el aula, la inteligencia emocional construye adultos más resilientes y asertivos. Hoy, explicamos en qué consiste esta aptitud y cómo puede trabajarse en la infancia y la adolescencia. ¡Descúbrelo!

¿Por qué es importante la inteligencia emocional en el aula?

La importancia de la inteligencia emocional se extiende a todas las fases vitales, pero es especialmente relevante en el espacio educativo. Esta enseña, a través de ejercicios, a dominar los sentimientos, así como a desarrollar técnicas para gestionarlos de forma correcta. Durante los primeros años de vida, esta habilidad fomenta que los/as más pequeños/as controlen sus impulsos y pule su modo de relacionarse con el resto del alumnado.

Al ayudarlos/as a ponerse en el lugar de otras personas, pueden reducirse lacras sociales como el acoso escolar o la ansiedad que experimentan algunos/as estudiantes. Si quieres aprender a aplicar los principios de esta destreza, te invitamos a consultar nuestro Curso de Coaching e Inteligencia Emocional, en el que aprenderás las claves para asistir emocionalmente a las personas y crecer a nivel personal y profesional.

Actividades para trabajar la inteligencia emocional en el aula

Hay muchos tips para mejorar la inteligencia emocional en el aula, pero puede que uno de los más efectivos sea la realización de actividades en grupo y de juegos que permitan que los/as pequeños/as identifiquen sus emociones.

Los juegos de rol, por ejemplo, son una forma divertida de “obligar” a los/as estudiantes a ponerse en los zapatos de otra persona. En este sentido, el teatro también ha demostrado su eficacia, además de otros beneficios como la reducción de la timidez o la mejora de la capacidad de expresión.

Las actividades grupales y los role plays incrementan la empatía de los/as estudiantes

Otras actividades de inteligencia emocional que funcionan en niños/as son las artísticas. Dibujar y hacer manualidades les permiten reflejar visualmente sus emociones, algo que también pasa con el baile o con la música. El sentimiento de grupo que se genera en estos actos reduce la sensación de soledad del/la estudiante. Si el cuadro docente quiere darle una orientación más académica, puede proponer debates sobre algún tema que se esté aprendiendo, de manera que los/as participantes adquieran tanto conocimientos como habilidades como el respeto mutuo.

Libros y materiales didácticos

Hemos hablado de cómo practicar la inteligencia emocional en el aula. Pero, ¿cómo podemos enseñarla en primer lugar?

Al igual que hay libros de inteligencia emocional para adultos/as, los/as más jóvenes también tienen un repositorio propio que les guíe a la hora de identificar las emociones. No obstante, no son los/as únicos/as que deben trabajar: el profesorado también debe formarse para transferir adecuadamente el conocimiento.

Pocos niños/as de los 2000 han crecido sin leer El monstruo de los colores de Anna Llenas, un best seller sobre un monstruo que debe desenredar los sentimientos que experimenta. La alegría, la tristeza o el miedo se explican con un lenguaje comprensible para los/as menores, que pueden entender mejor qué les ocurre.

Semejantes a esta historia tenemos Tengo un volcán (Miriam Tirado) o El gran libro de las emociones (María Menéndez-Ponte). Para edades más avanzadas, Una mochila para el universo, de Elsa Punset, puede ser una buena guía, ya que propone “21 rutas” para experimentar los sentimientos y comprender por qué suceden.

Supuestos prácticos

En la publicación La inteligencia emocional: métodos de evaluación en el aula, Natalio Extremera y Pablo Fernández facilitan algunos métodos de evaluación de inteligencia emocional para que el equipo docente utilice en clase, algunos de ellos:

  • Test de percepción emocional: el alumnado visualizará una fotografía de una persona. Fijándose en la expresión de su cara deberá indicar qué tipo de emociones está experimentando.
  • Test de comprensión emocional: se explicarán una serie de situaciones sobre diferentes personas, en las que el alumnado tendrá que indicar cómo se sienten estas.
  • Test de asimilación emocional: en este último ejemplo se presentan algunos contextos de carácter cotidiano, en los que el/a alumno/a tendrá que señalar cuál es la mejor opción para resolverla.

Programas de formación para docentes

Que el cuadro docente trabaje sus propios conocimientos es básico para mejorar la inteligencia emocional en el aula. Hay numerosos estudios que demuestran que el alumnado establece una relación emocional tanto con el profesorado como con la materia, y que este vínculo determina su predisposición a aprender.

Lo explica la autora Esther García Navarro en la tesis Formación del profesorado en educación emocional: diseño, aplicación y evaluación. La lectura de este documento le resultará útil al/la docente que quiera entender en mayor profundidad el ámbito de las emociones, aunque una formación técnica como nuestro Curso de Coaching e Inteligencia Emocional o la doble especialización del Curso de Coaching, Inteligencia Emocional y PNL le aportará una preparación más completa.

Beneficios de trabajar la inteligencia emocional en el aula

Los beneficios de la inteligencia emocional en el aula son diversos, y repercuten tanto en el alumnado como en el personal docente. ¿Quieres echarles un vistazo? ¡Toma nota de todos ellos!

  • Aumenta la confianza. Aporta a los/as alumnos/as la autoconfianza necesaria para afrontar los retos personales, ya que conseguirán un mayor dominio de sí mismos/as.
  • Facilita el aprendizaje. Supone una herramienta poderosa para que el estudiantado exprese de forma abierta sus dudas y aumente su desempeño en las evaluaciones, respondiendo con un menor grado de estrés y una capacidad analítica más amplia.
  • Mayor concentración. Esta cualidad también se ve favorecida cuando se potencia la inteligencia emocional en el aula, gracias al mayor control de las distracciones y a la habilidad para posponer la gratificación.
  • Potencia nuevas habilidades. Si se trabaja adecuadamente, apoyará a los/as jóvenes cuando tengan que tomar decisiones que afecten a su carrera y les permitirá desarrollar las soft skills más pedidas en el mercado de trabajo.
  • Reduce la agresividad en las aulas. El propio proceso de crecimiento puede generar sentimientos complicados de procesar que, si no se gestionan correctamente, derivan en comportamientos difíciles, como la ira o el miedo. Esto, a su vez, puede causar agresividad, aislamiento o peleas con otros/as compañeros/as de clase.
  • Crea una red de apoyo. Trabajando la inteligencia emocional en el aula, se consigue a un grupo de personas capaces de entender lo que sienten y de crear una red de apoyo afectiva en el lugar en el que pasan la mayor parte de su jornada. El resultado es clases más agradables, con un ambiente que les genera sensaciones positivas y donde se sienten seguros/as para expresarse y forjar lazos.

Más concentración, más interés, más positividad en el aula… ¡Hay muchos beneficios de la inteligencia emocional!

¡Fórmate ahora en inteligencia emocional!

La inteligencia emocional en el aula influye en la motivación, el compromiso y el bienestar del estudiantado. No es, por lo tanto, una cuestión baladí, sino una habilidad que ayuda a las personas a sentirse mejor con ellas mismas y a alcanzar sus metas.

Si quieres aplicar sus beneficios tanto en ti como en quienes te rodean, nuestro Curso de Coaching e Inteligencia Emocional será un pilar básico. Aprenderás útiles técnicas de regulación de sentimientos junto a nuestros/as especialistas y obtendrás un doble título: uno propio de Deusto Salud y otro de la Universidad Católica de Murcia (UCAM). ¡Da el paso!

Bibliografía