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Estructurar el proceso de coaching con el modelo Grow

Estructurar el proceso de coaching con el modelo Grow

Escrito por Joan Bertran

Para estructurar el proceso de coaching podemos utilizar distintas metodologías y herramientas que nos permitan memorizar los pasos para estar seguros de que no nos dejamos nada importante. Una guía que nos ayude a tener siempre presente el foco del proceso de coaching: conseguir el objetivo del cliente y que sea duradero.

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El coaching como proceso

Un proceso es una secuencia de pasos que tiene una lógica común, que persigue un objetivo. Usamos procesos para mejorar la productividad, para organizarnos o para eliminar problemas. De allí viene que definamos el coaching como un proceso y no como una serie de encuentros.

La palabra proceso es de origen latino y surge de la combinación del vocablo procedere, que viene de pro (‘para adelante’) y cere (‘caer’, ‘caminar’), lo cual implica las ideas de progreso, avance, marchar, ir adelante, dirigirse en avanzada a un fin determinado.

El proceso en el coaching se presenta como una serie de pasos con una lógica común y un objetivo. También es un proceso de aprendizaje en el que, en cada paso, el coachee aprende cosas de sí mismo, de su entorno, de sus limitaciones, etc. Ese aprendizaje lo entendemos como vital, y consideramos que, sin él, no hay posibilidades de alcanzar un objetivo de forma duradera.

La persona que inicia un proceso de coaching, por lo general, está decidida a avanzar en objetivos propios, específicos, pero debe saber de antemano que en este proceso los resultados mágicos no existen. El mejor resultado es encontrar modos de actuar, aumentar la responsabilidad y reducir al mínimo las limitaciones que se interponen cuando el coachee quiere lograr algo.

 

Una metodología para alcanzar la meta del proceso

Para crear un marco general de proceso, desde un punto de vista funcional y orientado a conseguir el objetivo, podemos utilizar la metodología llamada grow. Esta metodología fue creada hacia los años noventa, dirigida inicialmente a los procesos de negocio aunque, posteriormente, se utilizó en coaching organizacional.

Desde el punto de vista de grow no se tienen en cuenta ciertas fases, como el establecimiento de relación, el cierre u otros detalles a los que se le dan mucha importancia en el coaching personal, pero nos irá bien inicialmente para memorizar las fases y centrarnos en la consecución del objetivo de forma muy práctica.

 

El modelo grow

En el modelo grow, las letras en inglés nos definen cada una de las etapas:

  • G (goal):

Definición del objetivo o meta que se quiere alcanzar. En esta fase definimos lo que queremos conseguir, el qué. Trabajamos para establecer una buena definición de los objetivos, para que sean concretos, medibles, alcanzables, propios y realizables en el tiempo. No podremos pasar a la siguiente fase si no tenemos esta bien resuelta. No obstante, debemos también tener en cuenta que los objetivos pueden cambiar durante un proceso de coaching, los existentes pueden agrandarse o hacerse pequeños y desaparecer.

  • R (reality):

Exploración de la realidad actual. Tan importante como el objetivo, adónde se quiere ir, es el dónde se encuentra uno en el momento de empezar. Tan importante como un GPS, que no nos puede llevar a ninguna parte si no se sabe desde dónde. Aquí se trabaja en detalle cómo está el coachee, a qué distancia, qué siente que le ha impedido o le impide conseguir lo que persigue.

  • O (options):

Creación de opciones. Aquí exploramos los posibles caminos o el cómo. Se deben explorar las alternativas, pues posiblemente las conocidas son las que presentan más resistencias y ¿acaso no hacemos mejor una actividad cuanto más disfrutamos haciéndola? Veremos cuáles son las alternativas preferidas y las posibles ayudas para cada una. Esta fase se determina en el plan de acción.

  • W (will):

Establecimiento de un plan de acción. Aquí trabajamos el cuando, cuáles van a ser los primeros pasos, las alternativas si no se cumplen, etc. Los pasos para trabajar en este punto podrían ser los siguientes:

  • Crear un marco de relación y establecer el encuadre de cómo se trabajará.
  • Crear un clima de confianza, redactar un informe.
  • Elaborar un acuerdo y un contrato en el que se especificará qué tipo de coaching se usará y cuáles serán los objetivos y las normas que regirán todo el proceso.
  • Trabajar las razones y necesidades (por qué y para qué) que llevan a iniciar un proceso de coaching.
  • Especificar los objetivos (qué quiero) y los meta-objetivos (qué más quiero) que se quieren alcanzar y los posibles obstáculos que se podrían encontrar en el camino.
  • Trazar un plan de acción. Cuando se han establecido los objetivos y las estrategias, el coach y su coachee empiezan a trabajar sobre el terreno, en la vida real.
  • Realizar un seguimiento.

Además de tener en cuenta este modelo grow que nos ayudará a estructurar las diferentes sesiones del proceso, existen ciertos temas, como el encuadre, establecer la relación de confianza y otros, que no están incluidos dentro de un modelo como este y que también deberemos contemplar sin ningún tipo de dudas si trabajamos en Coaching personal. No obstante, el modelo grow nos permite tener un marco de trabajo en el que nos es fácil memorizar los diferentes puntos importantes mientras viajamos con el coachee en su proceso hacia lo que quiere conseguir.

¿Conocías el método grow? ¿Te parece un método útil para estructurar las sesiones? ¿Qué limitaciones le encuentras? ¿Sabes de alguna otra herramienta que cumpla mejor con la función de sistematizar el proceso?