¿Qué es Smart en coaching?
El método SMART para formular objetivos
Una metodología muy conocida y usada en la definición de objetivos es la llamada SMART, que fue acuñada por primera vez en 1987 por George T. Doran en la revista Management Review. Ha tenido mucha difusión gracias a su simplicidad y a su fácil memorización.
El modelo SMART es uno de los más extendidos en la definición de objetivos, tanto en coaching como en entornos empresariales. Su nombre es un acrónimo en inglés, pero que nos sirve igualmente para memorizarlo en castellano.
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Veamos qué significan sus letras:
- S (Specific) específico. Lo primero es tener claro lo que se quiere. Recuerda que los objetivos, cuanto más claros, mejor. Anteriormente ya se han visto ejemplos de cómo profundizar en la concreción del objetivo, utiliza todos esos recursos para que este punto quede bien cubierto.
- M (Measurable) Medible. Los objetivos deben ser medibles para poder saber cuándo y cómo serán realizados. Hay una gran diferencia entre «conseguir cambiar mis rutinas de estudio» y «conseguir cambiar mis rutinas de estudio en los próximos tres meses».
- A (Achievable) Alcanzable. Podríamos querer llegar a la luna de un salto; sería específico, medible, pero no sería alcanzable. El hecho de que los objetivos no sean alcanzables provoca que la persona que los trata de conseguir no esté motivada y que muchas veces los abandone antes de tiempo por falta de motivación o por evitar una frustración posterior.
- R (relevant) Realista. Que un objetivo sea alcanzable es una cosa y otra cosa bien distinta es que sea realista. Hay muchos objetivos que se podrían declarar como alcanzables, pero que, en el momento de vida que se encuentra una persona determinada, con los recursos específicos con los que cuenta en ese momento, o por cualquier otro motivo, no sea realista pensar que se pueda conseguir.
T (time Bound) Tiempo. Los objetivos deben tener un principio y un fin, deben estar ligados a un marco temporal. Sin fechas, al final siempre se quedan en el olvido. Sin objetivos de fechas, los objetivos son solo sueños o deseos que nunca se cumplen.
También es interesante remarcar que las fechas o los marcos de tiempo utilizados para un objetivo deben estar dentro de unos límites que generen motivación a quien los pone; es decir, si las fechas que nos marcamos para realizar algo son muy lejanas, terminan siendo lo mismo que no poner ninguna. A la vez, si las fechas son excesivamente agresivas pueden pecar de poco realistas.
Un buen enfoque del objetivo
Frecuentemente, los objetivos se formulan en relación con un estado o un problema presente. Por ejemplo: una persona puede tener el problema de que siente miedo al hablar en público. La manera más simple (y la más problemática) de establecer un objetivo es proponerse la negación de ese estado. En el ejemplo: «Quiero dejar de tener miedo al hablar en público». A pesar de que es un punto de partida, con esta estrategia no se responde a la pregunta: «¿Qué es lo que quieres?». Es una declaración de lo que la persona no quiere; y, de esa manera, no es un objetivo en absoluto. De hecho, las formulaciones negativas ponen el foco en el estado-problema, más que en el estado-deseado.
Una segunda estrategia es definir el objetivo como el estado polarmente opuesto al estado-problema. En el ejemplo del miedo a hablar en público, la persona podría decir: «Quiero sentirme confiada cuando hable frente a un grupo». Esta estrategia ayuda a la persona a enfocar en otro lado distinto al de la situación problemática, pero también puede crear polaridades internas y conflictos porque determina una constante referencia y comparación con el estado-problema. En palabras de Albert Einstein: «No puedes solucionar un problema con el mismo nivel de pensamiento que creó ese problema». Una polaridad es definida como el mismo nivel de pensamiento, pero opuesto. Un tercer proceso para establecer objetivos es usar una referencia o modelo externo para definir el estado deseado.
En el desarrollo y planeamiento organizacional es conocido como benchmarking (evaluación comparativa). En el ejemplo de hablar en público, la persona podría establecer: «Quiero hablar frente a un grupo como lo haría Martín Luther King». Esta estrategia es más ventajosa que la simple negación y que la polarización. Provee una referencia concreta para comparar y ayuda a dirigir la atención lejos del estado-problema. Pero también lleva a las personas a tener expectativas inapropiadas o a crear incongruencias que provienen de la imitación y esto, fácilmente, puede conllevar la sensación de fracaso. Asimismo hay un peligro ecológico, al tratar de aplicar una conducta que es apropiada en un contexto a otro contexto en el que esa misma conducta no encaje.
¿Te parecen una buena referencia las siglas SMART para elaborar un objetivo correctamente? ¿Añadirías alguna característica más que deba tener un buen objetivo?