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El taichí chuan como arte marcial

El taichí chuan como arte marcial

Escrito por Joan Bertran

Las raíces legendarias del taichí

Como parte del wushu, el taichí chuan es uno de los artes marciales más legendarios y sobresalientes, pues destaca por sus técnicas principales: extender con fuerza, igualar, apretar, contener, pisar, estirar y apoyar, acompañadas de tocar, adherir, juntar y seguir para formar una serie de modalidades como agarrar, tumbar, deslizar, golpear y batir.

El carácter marcial del taichí chuan se fundamenta en dos prácticas principales: la realización lenta y encadenada de las formas (taolu) y el empuje de manos (tui shou).

 

Las formas o taolu

En la práctica de las formas lo importante no es conocer la secuencia completa ni dominar una gran cantidad de estilos diferentes, sino aplicar a los movimientos los principios básicos que la componen y entenderlos.

En realidad, la forma es tan solo una herramienta para transmitir al cuerpo los principios formulados en los clásicos del taichí chuan. Con el tiempo, la forma llegará a ser no forma, porque cualquier movimiento que el practicante haga contendrá los principios del taichí.

Pero además de integrar estos fundamentos, el practicante debe comprender las secuencias de cambios que dan origen a los movimientos con el fin de alcanzar el principio expuesto en un tratado clásico del taichí: “Recuerda esto, guárdalo en tu corazón: cuando te mueves, todo tu cuerpo se mueve; cuando te calmas, todo tu cuerpo se calma”.

En las diferentes posturas de la forma, el tronco y las extremidades adoptan diferentes posiciones orientadas en distintas direcciones, pero tanto la secuencia de sus variaciones como lo que ocurre son comunes a todas ellas. Esta es la razón por la que los grandes maestros antiguos de taichí afirmaban: “Cuando entiendes un movimiento, los entiendes todos”. De hecho, el modo más efectivo de practicar la forma es la práctica individualizada de cada postura.

Lo esencial de la práctica del taichí chuan está representado por una o varias formas. Cada forma consiste en secuencias de movimientos claramente determinadas que se ejecutan de modo consecutivo hasta constituir una secuencia fluida. Las formas pueden representar la lucha contra un adversario imaginario, de donde procede la denominación de “boxeo contra la sombra”, aun- que esta práctica ha quedado relegada y sustituida por la grupal y sincrónica.

Como ya vimos en la unidad anterior, una forma se compone de cuadros, pasos o figuras —es decir, técnicas o movimientos individuales— cuya secuencia está claramente definida. Estas técnicas o movimientos adquieren su nombre en función de la aplicación marcial que contengan, de su carácter predominante o incluso de su lectura poética, como “la grulla blanca extiende sus alas” o “separar la melena del caballo salvaje”.

Otras formas reciben su denominación en función de la cantidad de posturas o movimientos de los que estén constituidas, como la “forma de 24 movimientos” o la “forma de 37 movimientos”. Las formas más extensas llegan a tener más de cien técnicas, como es el caso de las 108 posiciones de la “forma larga del estilo yang”. A pesar de que las formas del taichí chuan se ejecutan de manera lenta y calmada, existen grandes diferencias en su tiempo de realización en función del estilo, la forma y la experiencia del practicante.

 

Empuje de manos o tiu shou

El ejercicio más frecuente de taichí chuan entre dos personas es el empuje de manos (tui shou), en el que los practicantes entrelazan las manos con suavidad (una de las características fundamentales del taichí) e inician un combate para desarrollar la sensibilidad a la energía, trascender la dualidad y poder derrotar al otro creando el vacío.

A pesar de su denominación, el principio fundamental del tui shou es recibir, no empujar, pues la forma superior de la fuerza del taichí es la fuerza de recepción (jie jin); por ello se debería empezar a aprender desde el principio. El maestro Zheng Manqing (1902-1975) afirmaba que «si no estás dispuesto a recibir [la fuerza entrante], no intentes aprender taichí».

Al principiante quizá pueda parecerle que, al ceder, pierde, pero con el tiempo aprenderá que quien empuja está entregando energía de taichí, por lo que cuanto más reciba, más se fortalece. Y cuando el oponente ya no pueda empujar más, significará que ha perdido toda su energía y es el momento de revertir la acción para aplicar el principio del tui shou: “Conduce a tu adversario al vacío, reúne la fuerza y proyéctala”.

La parte superior del cuerpo es el yin y la base es el yang, por lo que cualquier acción en relación con movimientos y fuerzas entrantes debe iniciarse en la base (yang) para que el cuerpo y los brazos (yin) la mantengan. Las manos se utilizan solo para adherirse al oponente y, cuando llega el momento de emitir la fuerza, se debe hacer a través de las piernas y con los pies firmemente fijados en el suelo.

En este aspecto cobra especial importancia el concepto de equilibrio, que nace en la base sólida del pie. Si el pie está bien seguro, los tres puntos de apoyo en la parte interna —es decir, el arco— adquieren una trascendencia fundamental. El primer punto es el dedo gordo, mientras que los otros dos se sitúan en la parte interna del talón y la planta. Algunos maestros denominan a estos puntos «los tres clavos activos», pues están unidos por una línea central que soporta el peso del cuerpo.

 

¿Habías oído hablar del taichí chuan como arte marcial? ¿Qué aspectos de esta dimensión del taichí te han llamado más la atención?