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Los principios éticos del yoga

Los principios éticos del yoga

Escrito por Joan Bertran

Cuando escuchamos la palabra yoga automáticamente lo relacionamos con estiramientos y posturas complicadas, aliñados con un halo místico. Pero, ¿qué sabemos realmente de los principios del yoga como filosofía? A continuación detallaremos los principios éticos del yoga que forman la base sobre la que descansa la práctica de los ejercicios físicos, de respiración y de meditación que nos son más familiares.

Los ocho peldaños del yoga

Entre las diferentes formas como se ha descrito el proceso del yoga, destaca la propuesta por Patanjali, un sabio del siglo VII a.c. que se dedicó a reunir y sistematizar conocimientos hasta aquel momento dispersos y transmitidos de forma oral. Su trabajo se plasmó en el tratado de los Yoga Sutras, donde se enumeran los 8 peldaños del yoga (Ashtanga Yoga en sánscrito). Patanjali y otros sabios han descrito este proceso no como una filosofía sino como un método científico, en el sentido que de ponerse en práctica se alcanza el estado de conexión o estado de Yoga.

Los ocho peldaños o pasos por los que transitará todo practicante constante son los siguientes: Yama (regulaciones o principios éticos), Niyama (disciplina), Asana (estabilidad), Pranayama, (regulación de la energía vital), Pratyahara (interiorización), Dharana (concentración), Dhyana (meditación) y Samadhi (iluminación).

Yama, los principios éticos del yoga

El primer paso del yoga, Yama, es otra palabra sánscrita que podría traducirse como “regulación” y se erige como la base del proceso óctuple del Yoga. Se desgrana en una serie de principios éticos sobre los que construiremos el resto de la escalera que nos llevará hacia el estado de autoconocimiento y realización.

Aunque la lista se podría ampliar, la mayoría de autores antiguos destacan 5 tipos de Yama (o regulaciones) que consideran de mayor relevancia: Ahimsa, SathyaAparigraha, Brahmacharya Asteya.

  1. Ahimsa o no violencia consiste en abstenerse de hacer daño o generar sufrimiento, empezando por uno/a mismo/a. Esta inofensividad no debe ser simplemente a nivel físico, sino especialmente en lo que se refiere al pensamiento y la palabra, que son las herramientas más comunes con las que nos herimos. La inofensividad requiere estar observante en cada situación que se nos presenta para elegir entre la opción constructiva o la destructiva, dándonos cuenta de las consecuencias que tiene cada una de ellas.  El uso apropiado del habla, la ingesta de alimentos saludables para nuestro cuerpo, la consciencia sobre el impacto de nuestro consumo, el discernimiento sobre qué pensamientos aceptamos y cuáles no, son prácticas que nos acercan a este principio de no violencia. Es un hecho comprobable que si aplicamos la inofensividad a uno/a mismo/a, automáticamente se refleja en la relación que tenemos con el entorno.
  2. Sathya o coherencia, es el concepto que junto a la no violencia guio los pasos de Mahatma Gandhi en su lucha por la libertad y la justicia, aplicándoselos primero a sí mismo. Sathya también se traduce comúnmente de forma literal como “verdad” o “veracidad”, pero el fondo de este concepto pienso que queda mejor explicado como coherencia entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Una buena práctica en este sentido es pensar bien lo que decimos y ser consciente si se corresponde con lo que sentimos y con las acciones que acabamos realizando. De forma regular, al terminar el día, podemos revisar nuestra coherencia y observar si en algún momento ha habido discrepancia entre lo que hemos pensado o dicho y lo que hemos hecho. Que una cosa sea verdad o, mejor dicho, consideremos que es verdad, no debería darnos carta blanca a irla diciendo si puede herir a otras personas. Sathya es dulce: si hacemos daño a alguien seguramente será nuestra verdad, pero no Sathya.
  3. Aparigraha o desapego puede definirse también como el arte de aligerar la vida y simplificarla. Tener cosas no debería ser un problema, siempre que la preocupación por conservarlas no nos impida disfrutarlas. Si interiorizamos que todo lo que llega, en un momento u otro, se va, no nos afectará el poseer más o menos. Además, si no acumulamos, ganamos tiempo y nos liberamos de preocupaciones.
  4. Brahmacharya a menudo se traduce como autocontrol, pero creemos que se entiende mejor si lo interpretamos como moderación (en la comida, la sexualidad, el trabajo, el descanso,…) para no vivir en los extremos y acercarnos a la estabilidad y la armonía.
  5. Por último, Asteya es la honestidad, evitando apropiarse de cosas o ideas que no nos corresponden.

Lo bonito de estos principios es que si conseguimos aplicarnos en la medida que nos sea posible, nos damos cuenta de que vivimos mejor y ganamos equilibrio, algo primordial para avanzar hacia los siguientes pasos del yoga. Si no tratamos de asentar estos fundamentos, el resto de pasos hacia el autoconocimiento y la realización serán aislados y caerán en saco roto.

¿Consideras que estos principios éticos son universales y, por lo tanto, aplicables a tu vida diaria? ¿Cuál de ellos piensas que puede significar un mayor desafío para ti?

Bibliografía

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