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Pautas para intolerantes a la fructosa

Pautas para intolerantes a la fructosa

Escrito por Giuliana Carranza

La fructosa es un glúcido o hidrato de carbono que está presente en un gran número de alimentos vegetales. Es considerado como el glúcido más dulce de todos los existentes.

En condiciones normales, su consumo no ocasiona ningún tipo de alteración, sin embargo, en las últimas décadas, se ha podido comprobar la existencia de problemas de intolerancia o mala absorción a nivel intestinal asociados a un alto consumo de este azúcar en la dieta.

¿Qué es la fructosa y dónde se encuentra?

La fructosa es un monosacárido (azúcar) que se encuentra formando parte de vegetales como las frutas, verduras y hortalizas. También se encuentra formando parte de la sacarosa (azúcar de mesa) que está formada por una molécula de fructosa y una molécula de glucosa (disacárido).

La fructosa tiene un dulzor que supera hasta 1,7 veces el del azúcar.

Alimentos que contienen fructosa

Los alimentos reales que contienen fructosa suelen pertenecer a los de origen vegetal, frutas, verduras y hortalizas, y su función es aportarles dulzor. Esta concentración de fructosa es diferente en cada alimento.

Pero de estos 3 grupos de vegetales, son las frutas las que llegan a tener la más alta concentración de fructosa.

También está presente en la miel.

Frutas que contienen fructosa

El contenido de fructosa varía de unas frutas a otras, por lo que se pueden encontrar frutas altas y frutas bajas en fructosa.

A continuación, se enumeran de mayor a menor algunas frutas y su contenido en fructosa por 100 g:

Dátiles (30 g), Higos secos (28 g) pasas (16 g), chirimoya (8 g), manzana (8 g), pera (9 g), uva (7 g) cereza (7 g), granada (6 g), kiwi (5 g), sandía (5 g), higos frescos (3 g), plátano (4 g), mango (4 g), melón (4 g), fresas (3 g), naranja (3 g), papaya (3 g), pomelo, moras y frambuesas (1 a 3 g).

Para qué sirve la fructosa

No obstante, existen otro tipo de alimentos que han conseguido tener concentraciones mucho más altas de fructosa y proceden de la industria alimentaria, como por ejemplo: el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa.

Este jarabe es muy empleado como endulzante en la industria alimentaria, por ello puede encontrarse formando parte de refrescos, bollería, dulces, zumos de fruta.

Hace unos años, debido al alto dulzor de la fructosa, también se había utilizado por sí sola como sustituto de la sacarosa (azúcar de mesa), sobre todo, en productos destinados a personas diabéticas.

Pero desde hace unos años, la Asociación Americana de Diabetes (ADA) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) alertan de que una ingesta excesiva de fructosa pueden causar problemas metabólicos como resistencia a la insulina, dislipemias e hígado graso.

¿Cómo funciona la fructosa en el cuerpo?

La fructosa se absorbe en el intestino delgado y, a diferencia de la glucosa que pasa a la sangre, esta pasa directamente al hígado, donde se metaboliza rápidamente a glucosa.

Cuando se consume fructosa en exceso el intestino no es capaz de procesar estas cantidades, por lo que el sobrante de fructosa que no se llega a absorber, pasa al colon y es cuando se producen molestos síntomas como, diarrea, gases y dolor abdominal.

Actualmente, también se considera que los problemas de intolerancia o mala absorción se deben a daños o alteraciones de la pared intestinal.

¿Cómo saber si tengo intolerancia a la fructosa?

Si se presentan los síntomas antes mencionados, es preferible descartar la existencia de algún tipo de intolerancia. Para ello, se realiza el test de hidrógeno espirado, que consiste en soplar en un instrumento que mide la cantidad de hidrógeno existente en el aliento del paciente después de haber ingerido cierta cantidad de fructosa (50 g aprox.).

Si el resultado de la prueba es positivo y se diagnostica una intolerancia o mala absorción de la fructosa, se iniciará el tratamiento dietético.

El tratamiento de esta afección consiste en eliminar de la dieta todos aquellos alimentos que contengan fructosa, tanto los alimentos reales como los procesados, especialmente. Siendo recomendable no consumir más de 2 g de fructosa al día.

Por este motivo, casi todas las frutas pueden verse eliminadas de la dieta.

Pautas a tener en cuenta para intolerantes a la fructosa

Como la aparición de los molestos síntomas no solo va a depender de la cantidad de alimentos que se consuman sino también de la concentración de fructosa que tengan, es conveniente:

  • Consumir frutas que no hayan madurado excesivamente, debido a que mientras más maduras estén mayor concentración de fructosa tendrán.
  • Procurar no consumir varios alimentos que contengan fructosa en una misma comida.
  • Además, la intolerancia a la fructosa puede estar acompañada de intolerancia al sorbitol, por lo que también se eliminarán de la dieta los alimentos que lo contengan e incluso, se deberá tener en cuenta la presencia de sorbitol en los medicamentos.

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Bibliografía

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