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El mindfulness y la neuroplasticidad cerebral

El mindfulness y la neuroplasticidad cerebral

Escrito por Joan Bertran

La práctica del mindfulness y de las técnicas orientales de meditación se ha visto apoyado en las últimas décadas por el interés que la neurociencia ha puesto a la hora de comprobar, verificar y profundizar, desde una perspectiva científica, lo que los meditadores ya habían experimentado desde hace siglos. Así mismo, la investigación ha progresado mucho en la mejora de instrumentos de estudio que han permitido analizar cómo incide la meditación en la mente y cómo es capaz de modificarla.

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Neuroplasticidad y mindfulness

La neuroplasticidad, también llamada plasticidad neuronal o plasticidad sináptica, se define como la capacidad que tiene el cerebro para construir nuevas conexiones nerviosas a lo largo de la vida, ya sea como respuesta a una nueva experiencia, a la información o el estímulo sensorial, al desarrollo de las emociones, a las hormonas o incluso a un accidente o daño concreto.

Una explicación más sencilla y divulgativa sería entender la neuroplasticidad como la capacidad del cerebro para renovar su propio cableado. Con esta comparación se pretende enfatizar en la capacidad que tiene el cerebro para regenerarse y cambiar tanto a nivel anatómico como a nivel funcional.

La neuroplasticidad puede dividirse en dos tipos:

  1. La positiva, que crea, fomenta, construye y amplía las redes neuronales que ya existían en nuestro cerebro.
  2. La negativa, que elimina, destruye o deteriora aquellas redes neuronales que no se utilizan.

Por ello, el entrenamiento centrado y consciente en una actividad o en una actitud específica estimularía la aparición de nuevos recorridos sinápticos, tal y como ocurre, por ejemplo, con el aprendizaje de un nuevo idioma.

Para entender mejor este proceso, imaginemos que vamos a vivir a un país en el que no tenemos amigos y cuya lengua nos resulta completamente desconocida. En estas circunstancias el cerebro se ve obligado a fomentar, crear y construir una serie de redes imprescindibles para la supervivencia. Aprenderá el idioma, observará los gestos y memorizará caras, calles, olores, sabores y texturas. Es decir, almacenará toda la información que pueda y en función de ello construirá nuevos patrones sinápticos: las redes neuronales le permitirán sobrevivir y adaptarse a las nuevas circunstancias.

Por el contrario, si dejamos de utilizar de forma reiterada determinados recorridos neuronales a través de las redes sinápticas que se han establecido en el pasado, el cerebro puede llegar a eliminarlos.

En relación con el mindfulness podemos resaltar tres ideas centrales sobre la neuroplasticidad y el potencial de cambio que puede llegar a ofrecernos si asumimos un papel activo:

  • La neuroplasticidad es una capacidad que tenemos los seres humanos a lo largo de toda la vida.
  • A través de la práctica concentrada y plena de ciertas actividades podemos generar nuevas redes sinápticas.
  • En función del tipo de actividad que realicemos, es posible modificar zonas específicas del cerebro.

Las neuronas espejo

La neuroplasticidad cerebral es una habilidad sorprendente cuyo desarrollo es posible gracias a la gestión de un grupo de neuronas denominadas neuronas especulares o neuronas espejo. Reciben este nombre porque tienen la capacidad de imitar, copiar y reproducir todo aquello que perciben, ya se trate de acciones, procesos, emociones o sentimientos.

En un principio, las neuronas espejo fueron descubiertas y ubicadas en la corteza cerebral de los primates, pero en estudios posteriores se encontró que, en los seres humanos, operan mediante un mecanismo similar y que se ubican en el área de Broca y en la corteza parietal. Las investigaciones que se han realizado desde este hallazgo han permitido conocer mejor las habilidades de imitación del ser humano, cómo opera la cognición social y cómo se desarrolla la empatía.

Entender cómo funciona la neuroplasticidad ayudó a los científicos a comprender mejor el fenómeno de la empatía y los resultados que puede tener en la práctica clínica al abordar el tratamiento de traumas psicológicos o de patologías como la ansiedad, la depresión o la demencia. En el marco de este tipo de investigaciones, la práctica del mindfulness ha demostrado ser capaz de producir cambios, tanto a corto como a largo plazo, y de mejorar enfermedades crónicas que hasta hace poco tiempo creíamos imposibles de modificar.

La complejidad del estudio del cerebro

La meditación, como base del mindfulness, plantea ciertas dificultades como objeto de estudio, puesto que está sujeta a constantes variaciones. Se trata de un fenómeno cambiante que puede ser perturbado con mucha facilidad, como en el caso de distracciones, de ruido o de falta de concentración. Por estas razones, ha sido importante definir de modo científico qué es específicamente un estado meditativo, qué incidencia tiene este sobre el cuerpo y la mente y cómo afecta al bienestar de la persona. Pero son preguntas que no siempre tienen una respuesta sencilla. La meditación fácilmente podría confundirse con un estado de relajación similar al producido por el sueño, así como la atención podría ser confundida con la concentración. En este sentido, la tecnología ha desempeñado un papel muy importante y gracias a ella se han podido obtener resultados muy precisos al trabajar con escáneres de alta resolución. Sin embargo, y pese a los innegables avances en este aspecto, lo cierto es que la tecnología todavía sigue siendo escasa ante la gran complejidad del estudio del cerebro.

¿Has notado a través de la práctica meditativa como aumentan tus capacidades en otros campos? Explícanos las mejoras que has experimentado.